Quebradero

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¿Fin a los exámenes de admisión?

 

Por: Javier Solórzano Zinser

Una aspiración y obligación del Estado es que todas y todos tengan acceso a la educación. Se deben crear condiciones para que tengan la posibilidad de estudiar y se tienen que facilitar las cosas.

Para lograrlo se requiere de presupuesto y de un sistema educativo que permita alentar a los estudiantes con el objetivo de enriquecer sus vidas y su relación con el mundo, motivarlos para no dejar las clases y continuar un proceso que les permita acceder a la educación superior y concluirla.

Las escuelas son uno de los ejes estratégicos para la movilidad social y económica. Estudiar y adquirir conocimientos fortalecen a los niños y jóvenes lo que deriva en que al integrarse a la sociedad —el mercado de trabajo—, con sus nuevas formaciones académicas, se conviertan en factores de cambio a través de la crítica, la autocrítica y una mirada integral de la sociedad en que viven a la cual se deben.

Muchos factores intervienen en todo ello. Se da el caso de estudiantes que no terminan la escuela por no tener vocación que les permita seguir el proceso. Pero también está el caso de cómo las propias escuelas en muchas ocasiones materialmente expulsan a los alumnos, porque desarrollan procesos educativos muy desiguales que no les permite tener certezas para continuar estudiando, sin pasar por alto que los jóvenes en ocasiones terminan atrapados en las necesidades económicas de sus familias y en algunas comunidades por la violencia, lo cual no les permite continuar.

En México la educación ha vivido entre luces y sombras en medio de la pérdida de continuidad oficial, porque a cada gobierno le da por el síndrome de descubrir el hilo negro. Se descarta lo que se ha hecho, se le califica ideológicamente y no se abre el espacio para la reflexión.

En los últimos años, la evaluación escolar está en el centro del debate. El proceso es un asunto integral que incluye escuelas, magisterio, estudiantes y al sistema educativo en su conjunto.

En ocasiones, los estudiantes entran en un nuevo ciclo escolar y el profesorado tiene que buscar la manera de actualizar el conocimiento colectivo, porque traen rezagos que les impide entrar de lleno en el nuevo ciclo escolar, a lo que se suma que los profesores deben actualizarse para lo cual hacen un esfuerzo mayúsculo que no debe dejar de reconocerse.

Se entra en un círculo vicioso, porque en el caso de que los estudiantes accedan a un grado escolar cercano a terminar su ciclo educativo en que ya no es fácil frenarlos en el camino hacia la universidad. Cuando llegan a la educación superior los primeros meses, en buen número de casos, se dedican a una revisión metodológica y de conocimiento para que los estudiantes puedan entender los elementos básicos de la carrera que escogieron, pues se les tiene que actualizar académicamente.

La propuesta de la futura presidenta de desaparecer los exámenes de admisión para que haya pase directo tiene que ser seriamente debatida. No se trata de limitar el camino a nadie, sino más bien de conocer la formación educativa de millones de estudiantes y colocarlos en el lugar en que deben estar para que puedan crecer, insistimos, sin cerrarle el camino a nadie.

Ha venido pasando que terminar primaria, secundaria o preparatoria no está garantizando el conocimiento formativo de los estudiantes.

La cuestión también pasa por si realmente el nuevo gobierno estará dispuesto a incrementar de manera significativa el presupuesto en educación. En este sexenio fue disminuyendo en dos sectores de enorme relevancia para la sociedad: salud y educación, lo cual no puede ser visto de otra manera que como un desdén.

Se trata de abrir la puerta, pero hay que ver cómo.

RESQUICIOS.

Es importante el reconocimiento presidencial al hecho de que la extorsión no ha disminuido. Lo es porque nos la hemos pasado minimizando las cosas. La extorsión, el derecho de piso y lo que producen tiene contra la pared a muchas ciudades, grandes y pequeñas.