Vivir y resistir la depresión: la lucha de Joana

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Por Lyneth Santiago

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el trastorno depresivo (o depresión) es un problema mental común, el cual implica un estado de ánimo deprimido o la pérdida del placer o el interés por actividades durante largos períodos.

La depresión suele afectar cualquier ámbito de vida, desde las rutinas hasta el estado de ánimo del día a día. Este trastorno puede afectar a cualquier persona, ya sea que hayan sufrido algún trauma, una pérdida, por estrés, por problemas económicos, en la escuela o trabajo, entre otros.

Hasta ahora no hay un tiempo estimado de recuperación para esta condición, pues el proceso que lleva cada persona -además del nivel de depresión en el que se encuentre- es distinto, y no es un camino fácil, pues suele haber muchas altas y bajas.

Las personas suelen minimizar esta afección y no darle la importancia, poniendo las típicas excusas de “hay peores problemas”, “ustedes como jóvenes, ¿qué preocupaciones o problemas pueden tener?”, “estás exagerando”, “ay, eso no es nada, en mis tiempos…”, etc.

Pero hay que recordar, que no todos somos iguales y que cualquier problema es completamente válido y no merece ser minimizado.

Está bien NO estar BIEN

Al principio pensé que lo mejor sería entrevistar a un psicólogo o psiquiatra porque al final es su materia y se especializan en eso; sin embargo, en esta ocasión opté por ir directamente con alguien que vive el trastorno depresivo y que actualmente está en proceso de recuperación.

Fue difícil encontrar a alguien dispuesto a hablar de su propia experiencia como una persona diagnosticada con depresión, pero encontré a  Joana, una joven de 24 años cuyo proceso inició hace un tiempo.

“Llevo dos años medicada, tomo pastillas para relajar un poco lo de la depresión y la ansiedad, que es algo que me diagnosticaron (…), la razón por la que inicié todo este proceso fue porque realmente ya no tenía sentido mi vida. Desde hace años pues ya quería terminar con ella.”

Joana expresó que para ella la pandemia fue muy estresante, puesto que se trataba de no salir, de convivir con las mismas personas, de estar en clases en línea. Era tanta la frustración, que llegó el punto en que no tenía ganas de absolutamente nada, ni de bañarse, levantarse o siquiera comer. Hasta que una vez que llegaron las clases presenciales, se dio cuenta que no estaba bien porque no sentía motivación alguna para seguir viviendo.

Ella creía que ya no había nada que le ayudara seguir con su vida puesto que no tenía sentido alguno. Pero hubo un rayo de luz para cuando llegó alguien que hasta el día de hoy continúa siendo su motivo para seguir adelante.

“Realmente el ser que me ayudó a levantarme todos los días, al menos el tener que salir aunque sea un rato de mi casa o siquiera hacer algo, fue mi perrita, se llama Haru. Desde ese entonces ella ha sido mi motivación para seguir con vida porque en su momento yo ya no quería vivir más.”

El proceso

Para alguien que sufre depresión es muy complicado el decirle a los demás cómo se sienten, pues muchas veces los pensamientos intrusivos que genera este trastorno superan la realidad de las personas hasta el punto de creer que no hay nadie a tu lado que pueda comprender. Está el miedo y sobre todo el ¿qué dirán o pensarán de mí?

“Realmente no pensaba en el sufrimiento o cosas así que llegara a afectar a mi mamá, a mi hermana, a mi tía o mis primos casi hermanos. Ellos son los más cercanos y no sabían cómo tratar con alguien diagnosticada con depresión y ansiedad, y luego también con el inicio del tratamiento o el ir con un psiquiatra (…), las psicólogas que me trataron con anterioridad dijeron que tenía un alto nivel de depresión y que eso generaba aquellos pensamientos suicidas.”

Uno de los aspectos más comunes dentro del trastorno depresivo es el sobre pensar, un sentimiento ansioso que hace que recuerdes el pasado, que te estreses por el presente e incluso que te preguntes qué pasará en el futuro. Este tipo de pensamiento se trata de ideas que aparecen de manera espontánea y generan un fuerte impacto emocional, que debido a la frecuencia y la intensidad con la que surgen, puede convertirse en un síntoma.

“Pensaba mucho en el pasado, en el presente y más en el futuro. ¿Qué iba a llegar a pasar? ¿Qué estaba haciendo mal? Y cosas así (…). Creo que después de estos dos años en tratamiento me ayudó a darme cuenta de que no estoy sola, de que hay personas a las cuales les importo; porque antes yo pensaba que nadie me quería o estimaba, incluso hasta mi propia familia.”

Un tratamiento para el trastorno depresivo suele ser bastante fuerte, complicado y con muchos efectos secundarios que pueden afectar a corto o largo plazo al paciente. Los síntomas más comunes una vez iniciado el tratamiento, suelen ser: náuseas, aumento de peso, diarrea, somnolencia, problemas sexuales, dolores de cabeza, insomnio, agitación, etc. Pero hay que recordar que todo organismo es diferente y que no todos tienen las mismas reacciones secundarias.

Por ejemplo, a Joana le afectó bastante el medicamento en la memoria, puesto que hubo lapsos que olvidó por completo, como si le hubiesen borrado varios recuerdos.

“Situaciones, momentos, incluso hay años que yo no recuerdo del todo. Mi psicólogos me han preguntado si realmente es importante para mí el recordar esos años, porque tal vez son años que es mejor simplemente olvidar y es preferible que yo siga en donde estoy ahora (…), quienes me han tratado en todo este proceso se sorprenden por ver ya en el nivel en el que estoy, pues he cambiado bastante, ya que mis rasgos faciales dicen mucho, puesto que antes iba toda ansiosa, con un rostro triste y deprimido. A comparación de antes, ya llegaba a sentir emociones como alegría, tristeza, enojo… al igual que llegué a poner muchos límites con otras personas.”

Actualmente, la sociedad continúa teniendo ciertos prejuicios y estigmas acerca de la salud emocional y los tratamientos que se llevan a cabo para mejorar, Muchos creen que con solo intentar sentirse bien o con “echarle ganas”, esta situación puede mejorar. Existen muchos pacientes que, guiados por los comentarios de personas externas, creen en el falso mito de la adicción a los antidepresivos y por ende, no los toman.

Sin embargo, el Dr. Jerez Barroso, médico y especialista en el área de psiquiatría, expresó que los fármacos antidepresivos no producen adicción o dependencia, pero que el hecho de posponer el inicio de éstos cuando son necesarios y preferir realizar un tratamiento con ansiolíticos o tranquilizantes, resulta en un mayor riesgo de tolerancia y dependencia.

“Muchos me decían que no tomara medicamentos, que porque iba a hacerme adicta a ellos, pero yo sabía que no. Platicaba con mi psicóloga y me informaba acerca de este tema; yo le preguntaba si estos medicamentos en algún momento iba a dejarlos, a lo que ella me respondió que sí, que las dosis iban a ir bajando respecto a mi bienestar hasta el punto de ya no tener que consumirlos.”

Una nueva oportunidad

Joana es una persona como todos los demás. Una mujer con sueños y metas por alcanzar. Es egresada de la licenciatura de Ciencias de la Comunicación, apasionada de la fotografía, amante de las plantas; le gusta el periodismo, la radio… le gusta lo que hace, le gustan las cosas que ha logrado en todo este proceso del tratamiento de la depresión, porque eso no la ha limitado a cumplir con lo que desea. Y ella no se ha detenido para vivir y resistir.

En algunos puntos de la plática sus ojos se llenaban de lágrimas, la voz se le quebraba pero aún así, fue valiente para contar un poco de todo el camino que ha recorrido para mejorar. No cualquier persona es capaz de hablar tan abiertamente de los trastornos mentales que puedan tener, pero es una forma de motivar a aquellos que sienten que no pueden más o que la vida ya no tiene sentido. Es un proceso largo, pero al final del día, con ayuda profesional, con los tratamientos médicos adecuados y con el apoyo de los seres queridos, todo puede lograrse.

Así que no es solamente una lucha constante por el bienestar propio, también lo es contra los estigmas, los prejuicios y la discriminación que puede haber por parte de la sociedad, es darse cuenta de que no todos van a estar dispuestos a recorrer ese camino contigo.

“Hay amigos que se han vuelto mi familia, así que esa familia que yo tengo, a lo largo de este camino se ha vuelto más grande, aún si los integrantes no son de mi sangre (…) Haru ha sido mi apoyo también, ella siempre me sigue a todos lados y sabe cuando yo no me encuentro bien, es uno de los motivos por los cuales sigo aquí. Si tuviera que dar un consejo, puede ser que suene egoísta, pero primero está el bienestar propio antes que cualquier otra cosa.”

Para Joana el proceso ha sido largo, pero con esfuerzo, compromiso y el apoyo de sus seres queridos, ha logrado salir adelante. Es una mujer valiente.