Indicios iniciales
Por Javier Solórzano Zinser
La futura Presidenta empieza a hacer sus primeros movimientos los cuales van dando una idea de lo que puede ser el perfil de su Gobierno.
Los indicios son positivos, porque entendiendo que cualquier nombramiento en un buen número de casos termina por ser controvertido, cuatro de los 6 integrantes de su equipo, presentados ayer, cumplen requisitos interesantes para la gobernabilidad que por más que esté enmarcada bajo la consolidación del proyecto de López Obrador, sin pasar por alto la vehemente narrativa que lo acompaña, será de enorme complejidad.
Por más poder que pueda tener y alcanzar, Claudia Sheinbaum inevitablemente tendrá que enfrentar presiones y “favores” de toda índole, ante lo que presumimos no le queda de otra que negociar y conceder, elementos que como se sabe, no forman parte de la dinámica actual.
López Obrador, en ese sentido, hizo materialmente lo que quería. Llegó con tal poder sin deberle casi nada a nadie que echó a andar un gabinete que estaba pensado más a su imagen y semejanza que a los retos que se veían venir. Algo que sucedió a lo largo del sexenio es que, en muy pocas ocasiones el Presidente cedió a las presiones que en su entorno surgieron.
Uno de los grandes problemas que ha enfrentado su Gobierno es que la crítica y la autocrítica fueron poco a poco diluyéndose. A la crítica se le señaló y se le colocó en el centro de las mañaneras, siendo que en muchas ocasiones se dieron planteamientos de primera importancia que fueron pasados por alto. La respuesta del tengo “otros datos” se fue colocando como un mecanismo alterno para desacreditar a sus críticos, siendo que en un buen número de casos “los otros datos” no se daban a conocer o pasaban por matices que no necesariamente respondían a las críticas originales.
Quizá mucho de esto se debió a que el entorno del Presidente se fue convirtiendo en un elemento acrítico que sistemáticamente aceptaba y avalaba todo lo que el Presidente hiciera sin poner de por medio la crítica, la alternativa y la posibilidad de que el Presidente se fortaleciera con miradas y perspectivas diferentes de las cosas.
Reza el dicho que los hombres y mujeres inteligentes se rodean de hombres y mujeres inteligentes. Dicho de otra manera, la gobernabilidad requiere de entornos que sean críticos por más que muchas veces esta actitud acabe por molestar a los gobernantes.
Claudia Sheinbaum tiene ya a siete personas en su gabinete. A los seis de ayer se suma el actual Secretario de Hacienda, quien, a decir de la propia futura Presidenta, estará en el cargo al menos hasta este diciembre.
Generan inevitables dudas los nombramientos de Marcelo Ebrard y Ernestina Godoy. La razón es el pasado inmediato de estos personajes. Ebrard se la pasó despotricando contra la “señora” Claudia Sheinbaum, en el proceso de las corcholatas y se ha ido lastimosamente diluyendo, en tanto que Godoy no pudo quedarse en el cargo de Fiscal de la capital. Habrá que ver si fue un pago de presiones y favores o si realmente existe una convicción por parte de la futura Presidenta de que pueden cumplir de manera importante las funciones que se les van a asignar.
Lo interesante de los otros cuatro personajes es lo que han hecho y lo que representan. Son capaces en sus áreas, pero particularmente tienen tras de sí un pasado plural y democrático que deberá ser un bastión para no permitir que la futura Presidenta entre en el centralismo o en los terrenos del ‘ni los veo ni los oigo’ porque resulta que eventualmente la crítica le puede ser adversa.
Dependerá todo esto más de los personajes que de la futura Presidenta. Todos y todas insisten en la responsabilidad del voto masivo del 2 de junio. Ahora la pelota está en su cancha y no se vale ver el partido desde la tribuna.
RESQUICIOS.
Algo tuvo de juego de máscaras el encuentro entre Claudia Sheinbaum y los empresarios. Hace un mes a duras penas le aplaudieron, esta semana poco faltó para que la sacaran en hombros, el digno juego de máscaras.