Más sombras que luces
Por Javier Solórzano Zinser
La política exterior se ha movido entre luces y sombras prevaleciendo éstas últimas.
Las y los embajadores, particularmente en los últimos años la Cancillería, se la han pasado en terrenos complicados. A menudo lo que diseñan y concretan en su ámbito acaba pasando a segundo plano con una mañanera.
Los integrantes del servicio exterior son el bastión para mediar entre las contradicciones con base en su oficio y su formación de muchos años. Lejos están los tiempos en que se creía, en muchos casos así sucedía, que los representantes diplomáticos se la pasaban en cenas sociales y eventos de todo tipo en los países en que estaban acreditados.
La compleja dinámica internacional ha obligado a que los diplomáticos jueguen un papel cada vez más activo. Son el punto de partida y conocimiento, entre otras cosas, para informar a la Cancillería y a la Presidencia de lo que sucede en los países en que están acreditados.
Que la Presidencia no quiere atender los informes, es otra cosa. En el caso de Ecuador en varias ocasiones el Presidente fue alertado de cómo sus declaraciones estaban alterando seriamente la relación bilateral. El desenlace del rompimiento es inaceptable, pero negar que se crearon condiciones adversas en la relación en buena medida provocadas por las declaraciones presidenciales, es ver las cosas de manera parcial.
El caso ejemplifica parte de lo que han sido las contradicciones. El Presidente apela insistentemente en la soberanía nacional y a que no se metan en los asuntos de México; sin embargo, él mismo es quien hace declaraciones que con razón son interpretadas como intromisión.
Se exige respeto a la autodeterminación y a la soberanía, pero se hacen juicios sobre la situación política de otros países. Esto ha pasado con Bolivia, Panamá, Perú, Argentina y Colombia antes de la llegada del presidente Petrov.
¿Cuál sería la reacción del Presidente si cualquiera de estos gobiernos u otros conminan a los mexicanos a votar por una candidata o candidato de oposición el 2 de junio? Con razón reclamaría de la misma manera en que nos andan reclamando.
Con EU se vive en la contradicción, a pesar del “no hay problemas”. Bajo el gobierno de Trump no se presentaron ningún tipo de reclamos y si nos atenemos a lo que sucedió todo era terso, y eso que el Presidente hasta un libro publicó reclamándoles en su carácter de opositor al entonces presidente-empresario.
El reciente lance con EU sobre derechos humanos evidencia las contradicciones. Un análisis hecho por el Gobierno de Biden evidencia los muchos problemas que en la materia se viven en el país. El miércoles, Amnistía Internacional daba cuenta de un diagnóstico con resultados similares al que se dio a conocer por Washington.
Los reclamos presidenciales no tardaron en llegar. De nuevo se habló de soberanía e intromisión enmarcado todo ello bajo una versión que bien podría aplicársele aquello de “tengo otros datos”. EU no la dejó pasar e hizo valer la importancia que tiene la revisión de los derechos humanos como parte de las relaciones entre los países. Es cierto que EU se mete en todo por lo cual se requiere firmeza, pero también sensibilidad e inteligencia.
En la presente administración si algo ha quedado claro es la poca atención, incluso valor, que se le ha otorgado a los organismos internacionales; la paradoja es que ahora los andamos buscando afanosamente por el conflicto con Ecuador.
No todo se remite al conflicto y confusión. Hay pasajes relevantes de política exterior que están para atenderse; hablaremos de ellos.
RESQUICIOS.
Hemos conversado con habitantes de Motozintla y con analistas y defensores de derechos humanos sobre el multicitado retén, nadie duda de los actores del mismo a diferencia de la narrativa presidencial que busca hacer verdad su versión. El Frayba lo definió: “Al minimizar la situación se profundizan el impacto y las afectaciones, además se obstaculiza el ejercicio pleno de derechos”.