Quebradero

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A Xóchitl se le acaba el tiempo

Por Javier Solórzano Zinser

En la medida en que avanzan las campañas el principal adversario de Claudia Sheinbaum no es Xóchitl Gálvez, sino las grillas y las supuestas molestias del Presidente enviadas vía la Rayuela de La Jornada, lo cual ha sido conveniente interpretar.

La candidata de la oposición se la ha pasado en las últimas semanas dando tumbos. Su participación en el debate fue desigual, no logró llamar la atención ni logró sacar de su hasta cierto punto estado de confort de su adversaria.

El hecho de que Sheinbaum no la tenga enfrente como una opositora que llame la atención de la sociedad por ahora pudiera tener su lado favorable, pero contra lo que no ha podido son las grillas y confrontaciones internas.

Xóchitl tiene que darle un giro significativo a su campaña. Nadie duda de la importancia que tiene su desparpajo y espontaneidad, pero por momentos le sale caro. Sus expresiones sobre quien no ha tenido una propiedad a los 60 años, fustigando a quien no lo haya logrado, son un craso error en función de un país en donde al menos el 50% de la población está en la pobreza.

Es cierto que va teniendo a su favor el hecho de que es cada vez más conocida en todo el país. Claudia Sheinbaum ha tenido los reflectores a lo largo de estos años gracias a que el Presidente se ha encargado de hacerlo.

El primer debate confirmó muchas de las cosas que se han visto a lo largo de estos meses. Xóchitl Gálvez sigue teniendo la oportunidad por delante de poder darle un giro a la narrativa, pero para ello tiene que hacer un trabajo a fondo en su propio equipo de trabajo. Nadie está exento de equivocarse, pero se ve poca planeación respecto de algunos hechos, es evidente que la candidata confía al extremo en sus esencias.

Es obvio que a cada paso que dé el oficialismo la estará vigilando, porque es claro que bajo las actuales condiciones del país es un personaje que en cualquier momento puede cambiar el estado de las cosas, Sheinbaum por más que sea la candidata oficial no termina por convencer a muchos.

Xóchitl no ha logrado dar el giro del estado de las cosas, en buena medida, porque pareciera que al interior hay poca autocrítica y poco orden respecto a lo que se tiene que hacer.

Tiene que aparecer con toda claridad y autoridad como la adversaria a la cual tienen que temer y no la deben dejar sola para evitar más tumbos. Es un personaje al cual la gente le tiene empatía, pero muchos de sus seguidores empiezan a ver con inquietud el proceso desigual de su campaña y declaraciones que si bien forman parte de respuestas de bote pronto, no por ello significa que le pueden ayudar. Contestar de todas todas la coloca en evidencia, de lo cual se aprovecha evidentemente el oficialismo.

En las campañas hay poco margen para los errores y los tumbos. Se cobran y se convierten en elemento clave para las y los adversarios. La candidata de oposición tiene que dar un giro real y sin perder sus esencias tiene que parecer auténticamente una adversaria para el actual Gobierno y su candidata, porque, por ahora, más allá de las encuestas cuchareadas o no, Xóchitl ha perdido terreno. Tiene tres adversarios enfrente: el Presidente, su candidata y, en muchas ocasiones, su propio equipo y ella misma.

El tiempo para tener capacidad de maniobra se va acabando. Lo que debe venir desde ya es un mayor orden al interior de su campaña, una mayor supervisión hacia ciertos temas que son particularmente delicados y una preparación que le permita verla como candidata competitiva y, eventualmente, presidenta en los siguientes debates.

Efectivamente esto no se acaba hasta que se acaba, pero en el camino crecen las dudas.

RESQUICIOS.

Los habitantes de la Benito Juárez no sólo padecen un lamentable error, sino que también padecen a las autoridades quienes evadieron el asunto y lo politizaron, lo que incluye al Presidente y al Jefe de Gobierno sustituto. Tardaron dos semanas en atender el problema y siguen sin saber qué pasó.