Un nuevo chiquipartido llamado PRI
Por Javier Solórzano Zinser
A pesar de que las elecciones le son favorables al Presidente y su partido, con la Cámara de Diputados el tabasqueño va a tener que entrar en terrenos que no le son comunes: la búsqueda de negociaciones y la construcción de alianzas.
Sólo así sus proyectos podrán ser aprobados, aunque ya no será nada fácil el “no quitar una coma”. La negociación va a obligar a singulares intercambios de favores a los que llamarán negociaciones políticas.
Para negociar el Presidente tiene dos fuerzas políticas enfrente. Por un lado, está el veleidoso e impresentable Partido Verde, el cual desde el domingo anda ya echando a andar sus pretensiones para todo aquel que lo necesite. El mensaje de Manuel Velasco, el que no quería dejar de ser gobernador siendo senador, dejó en claro que si quieren al Verde se tiene un costo.
Hace tres años, López Obrador estaba encandilado con el Partido Verde. Como pasó en otros procesos electorales el partido se fue acomodando y ofreciendo a los candidatos a la Presidencia sin importar su signo político. Las “negociaciones” y los costos de ello sólo los conocen los personajes involucrados, es un capítulo más del partido del tucán y de quien le resulte “el mejor postor”.
Si alguien sabe de estas historias es el Presidente. Debe recordar que el Verde es un partido que se acomoda sin importarle si se trata del PRI, PAN y en años recientes Morena. López Obrador no fue la excepción y hace tres años también se subió al barco.
Los favorables resultados en las elecciones para el Verde tienen que ver con muchas variables. Desde que ha ido creando una base de votantes hasta que se sabe vender bien, pasando por la selección de candidatos definidos por ese absurdo concepto de famosos.
El Verde ya dejó en claro que hay un costo, el cual en esta ocasión puede ser alto debido al buen número de diputados que alcanzó, lo que adelanta los muchos recovecos que tendrá que pasar Morena para llegar a acuerdos.
El otro partido que el mandatario ha encontrado tiene que ver con sus orígenes, hablamos del PRI. La taciturna dirección del PRI de inmediato atendió el llamado, lo cual pudiera llevar al tricolor a terrenos cercanos a su desaparición y a la posibilidad de que termine siendo parte de Morena, lo cual confirmaría las muchas versiones que desde hace tiempo se vienen vertiendo que aseguran que entre el PRI y Morena está un PRI-Mor.
Quizá en el fondo lo que hay son identidades políticas. El Presidente en más de alguna ocasión ha traído a su memoria y al imaginario colectivo la idea de un gobierno que tiene más que ver con un pasado de los 60 y 70 que con un futuro por construir.
Al interior del disminuido PRI seguramente se va a dar una bronca mayor. Mientras que su presidente ya se ofreció, personajes históricos del partido como Dulce María Sauri se ha opuesto a la idea, ayer dijo que “no seremos el Judas de la política”.
Desde donde se vean las cosas, al PRI no se le ve futuro. Es probable que acaben aceptando lo que les ofrezcan, lo cual sea, ahora sí, el principio de su fin. Al final no se pasa por alto que buen número de políticos de origen priista, incluyendo al Presidente, hoy son piezas fundamentales de Morena y del actual gobierno.
Bajo estos escenarios habrá que ver cuál es la reacción del PAN y PRD, partidos con los cuales el PRI hizo una alianza para enfrentar al Presidente y su partido. Los resultados de la alianza, sin ser muy favorables, de alguna manera llamaron la atención del electorado, lo cual se manifestó en su voto.
La reacción inicial del PRI muestra el lío histórico en que están metidos, su mal resultado electoral, su confusión y falta de rumbo y su nuevo rol como chiquipartido.
Resquicios
No ayuda, más bien está siendo lo contrario, la visión maniquea que ha surgido sobre la elección en la CDMX. Los memes son lamentables y clasistas, en tanto que la interpretación del Presidente está siendo simple y maniquea para un proceso tan complejo.