Quebradero

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El Gobierno en su espejo

 

Por Javier Solórzano Zinser

Bajo la dosificación informativa del Presidente sobre sus reformas constitucionales ya quedó claro, entre otras cosas, que va por la desaparición de todos los órganos autónomos.

Lo que no hizo en cinco años lo quiere hacer ahora a sabiendas que no tiene una mayoría calificada para aprobarlas. López Obrador está por presentar un paquete de cambios constitucionales a sólo ocho meses de que termine su gestión.

En lugar de hacerlo al inicio de su administración para llevar a cabo un proceso de convencimiento e incluso de inevitable negociación, la cual está sabido no entra en su esquema para su aprobación, termina por hacerlo al final bajo el supuesto también de que su candidata apoyará las reformas sin mediar, todo indica, debate alguno.

El Presidente las va a enviar al Congreso a sabiendas de que su futuro es precario. Lo que quiere es hacer política con sus propuestas para señalar a quienes se van a oponer a ellas tratando de dejarlos en evidencia en razón de que no apoyan las propuestas que le benefician al pueblo. Es un elemento más para continuar en uno de los ámbitos que no solamente más le gusta, sino en que mejor se mueve, hacer campaña aunque en este caso sea por otra persona.

López Obrador trae desde el inicio de su mandato en la mira a los órganos autónomos. Antes no lo hizo, pero bien que los utilizó en discursos o argumentaciones. Cuando le dejaron de ser útiles o estorbaron para su gobernabilidad se fue sobre ellos sin que en la gran mayoría de los casos se presentaran argumentaciones que no fueran otras que las de lugares comunes en los cuales ha insistido.

El argumento central es el dinero y más ahora que quiere hacer una combinación forzada para que las pensiones puedan quedar al 100% utilizando entre otros recursos los de los órganos autónomos.

No hay país en el mundo que pueda aguantar esta dinámica, porque al hacerlo se abren huecos en la economía que terminan provocando nuevos problemas. Con este tipo de propuestas lo que hay que pensar es cuál va a ser el destino de la economía. Ésta es una parte de la historia. La otra está en la relevancia que juegan los organismos autónomos como contrapesos políticos y, sobre todo, como mecanismos de información e investigación de las actividades de los gobiernos; ésta es la razón de su existencia.

Se parte de que como ahora son otros los gobernantes las cosas en automático son distintas. Hemos visto cómo muchas de las estrategias y actividades del actual Gobierno muestran irregularidades no lejanas del pasado. Se quiere además ahorrar, austeridad cercana al austericidio, para que sea la autoridad la que se encargue de evaluar, informar, transparentar para conocer las acciones gubernamentales; el Gobierno quiere verse en su propio espejo sin considerar la importancia que tienen los contrapesos y la presencia de la sociedad civil, por más que no les guste, como factores de pluralidad, democracia, equilibrio, contrapeso y análisis de la gobernabilidad.

En el papel no se ve cómo puedan ser aprobadas algunas de las reformas de López Obrador. Una de las cuestiones que no se pueden perder de vista es cómo ha ido imaginando e instrumentando el Presidente la gobernabilidad. Concentra el poder, todo se maneja desde el Ejecutivo y los factores que conforman una sociedad plural pasan a segundo plano sin que sea, parece ser, relevante escuchar a los otros.

Todo esto se veía venir, no hay sorpresas. Quizá el Gobierno sólo tiene ánimos, disposición y convicción para verse en su propio espejo gobernar.

RESQUICIOS.

Se convino que todos los debates presidenciales sean obligatorios. Se trata de que la sociedad vea a quienes aspiran a dirigir el país en todas sus facetas y ajuste sus criterios para decidir. Si bien pocos debates han decidido una elección, ver cara a cara a las y el candidato le permite al ciudadano al menos cierto conocimiento de quienes andan suspirando.