20 reformas
Por Javier Solórzano Zinser
El Presidente va a echar a andar uno de sus proyectos más importantes el 5 de febrero con un futuro incierto, pero con un efecto expansivo que va a alcanzar al proceso electoral.
En uno más de los inéditos ha decidido no asistir a la ceremonia de la Constitución de 1917 en Querétaro. El Presidente ha decidido que ese día, nomás faltaba, enviará una buena cantidad de reformas constitucionales en materia judicial, electoral y económica al Congreso.
Lo lógico hubiera sido que lo hiciera al inicio del sexenio, o por lo menos hace algunos años. Lo que está haciendo es endosarle lo que él quiere a quien gane las elecciones. En el Congreso se podrán organizar parlamentos abiertos, pero al final acabaremos en que no se le cambie nada ni una coma.
Presumimos que Claudia Sheinbaum tendría que estar al tanto de todo, porque en el remoto caso de que se aprobaran las reformas y que, eventualmente, ganara la elección no le quedaría de otra que cargar o convivir con ellas.
Suponemos que hay un acuerdo, porque de alguna manera las reformas le están diciendo a la candidata del Presidente cuál es el rumbo. Esto quiere decir que Claudia Sheinbaum estaría en favor de una serie de cambios que si a alguien le afectarían en la gobernabilidad podría ser a ella misma.
López Obrador asegura que dejará la Presidencia el 1 de octubre para irse a “La chingada”, su rancho. No necesariamente va a suceder así, porque muchos de los cambios que propone y la forma en que ha venido gobernando van a colocar a quien le suceda, particularmente si es Claudia Sheinbaum, en medio de escenarios en donde no habrá suficiente capacidad de maniobra para la gobernabilidad propia.
Con los cambios que ha propuesto López Obrador podría seguir manteniendo un poder real, por todos los cambios que está proponiendo porque en función de lo que se conoce, las cosas estarán hechas de nuevo a su imagen y semejanza.
El Presidente sabe que no tiene los votos en el Congreso para aprobar sus reformas. Siempre pueden aparecer legisladores que cambien su voto a la mera hora, pero no se aprecia que con el actual Congreso pudiera darse una aprobación y más con las elecciones por disputar.
Quizá la apuesta del Presidente pase porque su partido gane el Congreso de manera contundente, lo cual le daría una mayoría calificada. Recordemos que el Presidente dejará Palacio Nacional el 1 de octubre, pero el Congreso se instalará el 1 de septiembre lo cual ante un resultado favorable le permitiría a López Obrador todo septiembre para moverse como quiera.
No se ve por dónde se puedan aprobar las reformas en el próximo periodo. La propuesta mucho tiene de provocación y hasta politiquería el intentar hacerlo. Quiere evidenciar a quienes se oponen a lo que llama democratización real de algunos de los aparatos de Estado. Meter estos temas en las campañas más que promover a su candidata, cuestión que regularmente hace, trata de evidenciar a sus adversarios y hacerlos ver ante sus millones de seguidores como opositores a los procesos de democratización en favor y por el “pueblo”.
El Presidente ha ido paulatinamente avanzando en la atomización de las instituciones. Va caminando hacia tener el control sobre el TEPJF, el INE y está en vías de controlar a la Corte, todo indica que las reformas del 5 de febrero van en la misma línea.
El Presidente quiere dejar el país a su imagen y semejanza. Hacerlo le podría permitir estar sin estar. Sheinbaum no ha negado la continuidad, lo interesante es que ha mandado mensajes que son variantes en forma y fondo de lo que López Obrador quiere y hace.
No se trata de romper, sino mostrar que se tiene cara propia.
RESQUICIOS.
Más vale irse preparando. Las encuestas apuntan a que Donald Trump podría ser de nuevo presidente de EU. Viene más rudo de lo que era, trae en la mira la frontera y por lo que ha dicho y por la fuerza que está tomando está dispuesto a lo que sea, esperemos que las candidatas se estén dando cuenta.