Por Sandra Luz Tello Velázquez
Siempre se espera que los grandes escritores publiquen un gran número de obras, sin embargo, Juan Rulfo demuestra que hay excepciones que confirman la regla, pues es considerado uno de los grandes precursores del Realismo Mágico.
La obra literaria de Rulfo es escasa, sin embargo, representa un hito para la tradición narrativa hispanoamericana, ya que introdujo elementos fantásticos al relatar la realidad más cruda y los problemas sociales, culturales y económicos de México con un estilo singular, enigmático e influyente, aunque incomprendido por muchos.
Pedro Páramo fue publicado cuando Juan Rulfo estaba por cumplir treinta ocho años y su prestigio como escritor creció, al incrementar los tirajes de dicha novela y El llano en Llamas. Acontecieron sucesos que marcaron la vida del escritor, primero el asesinato de su padre, posteriormente la muerte de su madre y la crianza repleta de libros y disciplina extrema en la casa de su abuelo.
Juan Rulfo no consideraba a la escritura como un trabajo profesional, escribía porque le causaba placer a la par que se ganaba la vida como funcionario en Gobernación. Fue vendedor de llantas, alpinista, fotógrafo, esta última actividad lo llenaba de pasión; en alguna ocasión mencionó que para él su único oficio era vivir.
Rulfo estaba dotado de una sensibilidad que se enriqueció con las artes, en particular, la música clásica y la pintura, sin embargo, se adaptaba y demostraba falta de pericia frente a resoluciones cotidianas y asuntos prácticos. Por un lado, le preocupaba su supervivencia económica, razón por la cual se desempeñó en tatos trabajos y por otra parte, destinaba mucho tiempo a la exploración de una violencia heredada y renacida, sin origen ni rumbo, pero que se expande como la metástasis cuya voracidad le inspiró para trazar el patrón de la llamada identidad nacional.
Juan Rulfo, se daba espacios y su escritura tenía pasaporte universal porque le puso puntos y comas al silencio, ya que el silencio es lengua universal de la violencia: cíclica que sirve para no acordarnos, aunque se vuelve a ella. Esa tensión es la que le interesaba al escritor.
Finalmente, Juan Rulfo experimentó con la literatura como algo programático, como si fuera lo primero en el texto combinado con la belleza externa de una retórica sin límites, bañada por la fantasía del Realismo Mágico.