Por Uriel Flores Aguayo
Con deficiencias y deformaciones los procesos electorales habían alcanzado un nivel aceptable de condiciones democráticas con la transición respectiva. Parecía que se habían normalizado las elecciones libres. Para llegar a ese nivel fue necesario crear el IFE y el Tribunal Electoral como instituciones y árbitros garantes de principios democráticos aplicables a las elecciones. Luego fue el INE y continuó el Tribunal. Su papel es organizar las elecciones y sancionar desviaciones.
Las elecciones libres suponen acatamiento a las leyes de la materia, competencia equitativa, no injerencia gubernamental y absoluta libertad a los electores, entre otras normas. Todo eso se está perdiendo en este sexenio. Desde el presidente para abajo se involucran descaradamente en lo electoral, el partido del poder hace polvo las leyes y los plazos, usan recursos públicos abiertamente y emiten un discurso de odio e intolerante.
Desde el poder se impulsa una elección de Estado en detrimento de las elecciones libres. Es un salvaje y anacrónico ataque a la democracia. Son ambiciosos que trabajan para su proyecto de poder, que hacen de todo para mantener sus privilegios. Sin compromiso democrático es ocioso esperar ideas de ellos. En su afán de ganar a toda costa roban recursos de partidas necesarias para cuestiones sociales y comprometen obras y la seguridad a cambio de patrocinios oscuros.
Cualquier resultado electoral se vuelve ilegítimo si no respeta principios básicos de la democracia. Pueden avasallar y quedarse más tiempo, pero no resolverán los problemas más importantes de México; su origen los condena a la mediocridad y a comportarse como pandilla y mafia. No merecen México ni Veracruz esos gobiernos ineptos, inútiles y frívolos.
Es paradójico, pero es la realidad, tener que luchar por elecciones libres, porque los votos cuenten y no haya inequidad. Es penoso, pero es la realidad, enfrentar al gobierno disfrazado de partido-Morena- y sus cínicos y ambiciosos promotores. Por nada del mundo debemos permitir que se impongan esas viejas prácticas ni que se normalicen. Nunca nos debemos resignar que ganen los viles, los vivilllos, los abusivos, los ignorantes y sinvergüenzas. Hay que decirle a la gente que eso está mal.
La cultura democrática supone defenderla y mejorarla cotidianamente; sobre todo con las nuevas generaciones. Explicarles la importancia del voto, de sus efectos. Que es la votación lo que determina el nivel de gobiernos y representantes que tendremos. De esos votos resultará el desarrollo, las buenas obras, políticas públicas eficaces, la transparencia y la seguridad, entre otros aspectos de la vida pública. Se juega nuestra tranquilidad de lo que se vote.
Ahora es mayor el peligro contra la democracia, dado el proyecto maximalista del poder actual. Estamos ante afanes de perpetuarse en el poder. El modelo de concentración e influencia desde las sombras es evidente. Solo el voto libre detendrá la avalancha autoritaria, solo el voto libre sostendrá la división de poderes, solo el voto libre garantizará nuestra libertades, solo el voto libre nos encaminará por rutas de progreso.
Las elecciones son una oportunidad periódica para premiar o castigar, para continuar o cambiar, para los equilibrios y la expresión libre de la voluntad popular. La lucha es por incrementar la participación electoral, que sea grande el nivel de votación, que se respete nuestra pluralidad y cuenten los votos. Es por necesidad social y dignidad ciudadana. Hoy, como ayer, la lucha es por elecciones libres.