Acapulco. Es el tiempo de todos
Por Javier Solórzano Zinser
Santiago de Chile.- No se ve que en el corto plazo Acapulco pueda salir de la situación en la que se encuentra. Los deseos del Presidente van a chocar con la terca realidad. La Navidad está cerca como para poder imaginar que las y los acapulqueños podrán estar bajo otras condiciones.
Deben ser dos los objetivos inmediatos. Por un lado, tener un diagnóstico de lo que pasó y sigue pasando. Hay que saber dónde está la gente y bajo qué condiciones. Hay zonas a las que no se ha podido acceder, sobre todo, en la región de la montaña.
El eje por ahora debe estar en la gente. Inquieta que en las prisas por reconstruir el puerto se avance sin poner todos los esfuerzos en la búsqueda, al tiempo que tratar de sacar a la gente del estado en el que está.
Mientras esto no pase y mientras el factor inseguridad predomine no se puede dar del todo el siguiente paso.
Muchos testimonios ciudadanos muestran cómo la inseguridad es factor clave que no permite que la gente deje sus viviendas por el temor a que les roben lo poco que les quedó.
Ni las Fuerzas Armadas ni la Guardia Nacional han llegado a algunas zonas del puerto. En el centro sigue prevaleciendo la ley de la selva por las noches. El gran trabajo que ha hecho la CFE para que todo Acapulco tenga energía ha ido cambiando las cosas; sin embargo, anoche todavía algunas zonas seguían a oscuras.
Las noches son la extensión más riesgosa de la pesadilla. Las y los acapulqueños se han dedicado a defenderse como pueden de los vándalos que tratan de meterse a sus viviendas. La gente se defiende con lo que tiene, empezando con los machetes.
Si de por sí la inseguridad ha sido una constante en los últimos años en el puerto, es posible que quienes la provocaban estén siendo los que atacan y roban a muchas familias.
Desde el primer día ronda la pregunta de dónde estará la delincuencia organizada asentada desde hace años en el puerto. La presencia de la autoridad en la montaña, en el Acapulco viejo y el centro, entre otras, le va a permitir a la gente el respiro necesario que les permita buscar cómo levantarse.
El otro gran objetivo es la reconstrucción. Acapulco es el turismo, es su esencia y es un lugar que debe seguir siendo mágico. Es un hecho que requiere de mucho dinero y de una gran voluntad y solidaridad. No se puede pensar en un ganar-ganar. Se debe pensar en una inversión que si bien debe ser centralmente económica no tendrá razón de ser, sino se hace con un sentido social.
Para que Acapulco se levante se requiere ayudar a la gente a levantarse. Es fundamental que la reconstrucción y la creación de condiciones de vida dignas y respeto para las y los acapulqueños vayan aparejadas, en función de lo que ha sido el puerto y lo sucedido; es la oportunidad de darle un giro a muchas cosas.
No se puede pensar en un Acapulco sólo para los turistas. Hay que recuperar su dinámica interna como es el centro de la ciudad en donde se vive una dinámica distinta de la Costera.
Las familias y amigos de siempre se reúnen en los cafés del centro para verse y conversar, esto no pasa por el turismo convencional y las noches interminables de la ciudad. Junto con ello las playas del viejo Acapulco son el centro social y de diversión de sus habitantes; todo esto no tiene glamour, pero es la vida de quienes hacen que Acapulco tenga glamour.
La tarea no es para que nadie quede bien. Es tiempo de la solidaridad; de que nadie se ponga medallas; de no querer controlar los esfuerzos; de no hacer campañas políticas y de no vender bajo cualquier pretexto la idea de un Presidente magnánimo y único en medio de un escenario que nos ha rebasado a todos, es el tiempo de todos.
RESQUICIOS.
Chile ha de tener un remanso con los Juegos Panamericanos. El evento ha atemperado ánimos internos. El aniversario del golpe de Estado del 73 echó a andar fantasmas, denuncias y críticas. La derecha sigue teniendo al 11 de septiembre como uno de sus referentes para la gobernabilidad… mañana le seguimos.