Inseguridad: trabados con futuro incierto
Por Javier Solórzano Zinser
Una cosa fue lo que dijo López Obrador en campaña y como presidente electo en materia de seguridad, y otra muy distinta lo que empezó a instrumentar desde los primeros días de su mandato. Todo lo que se había ofrecido pasó a segundo plano empezando por la promesa de que las Fuerzas Armadas regresarían a los cuarteles.
O el Presidente tenía un mal diagnóstico del estado de las cosas, o de plano se encontró con un problema mayúsculo en que la única manera que pudo enfrentarlo fue con el Ejército y la Marina.
En el camino se creó la Guardia Nacional, la cual es una extensión de la Sedena. Entre el 80 y 85% de quienes la integran procede de las Fuerzas Armadas. La creación de la GN tuvo el apoyo de todas las fuerzas políticas. Más allá de diferencias, se encontró que en la creación de este cuerpo de seguridad podría abrirse un nuevo espacio para enfrentar la enquistada inseguridad, que al paso de los años es cada vez más peligrosa, riesgosa y mortal.
No hay manera de señalar a la oposición, porque la mayoría de las propuestas presidenciales han sido apoyadas. Si bien en algunos casos han echado la maquinaria por delante, la oposición defiende y apoya al Ejército, a pesar de no compartir las funciones que le están encargando.
En el balance sexenal la mayoría de los indicadores son adversos. Tenemos una mayor tasa de homicidios dolosos, feminicidios, “daños colaterales”, enfrentamientos entre las organizaciones delincuenciales y además un clima de violencia que está latente en una buena parte del país.
Es cierto que la pandemia cambió muchas cosas. Desde nuestras relaciones sociales e intercomunicación hasta problemas económicos que todavía requieren de tiempo para que entren en una dinámica distinta.
Cualquier revisión que se haga tiene que hacerse desde una visión multifactorial. Pero el punto de partida tiene al gobierno como eje de cualquier análisis, balance y conclusiones. López Obrador ha decidido cómo deben hacerse las cosas, sin que por ello se soslaye la complejidad en que estamos, nos acompaña la inseguridad y un abrumador clima de violencia.
El Presidente optó por continuar por el mismo camino que los sexenios anteriores a los cuales fustigaba cotidianamente. Se acabó haciendo casi lo mismo a lo que hay que agregar un elemento más, el Ejército ha sido colocado en todas partes, lo que incluye labores sociales, administrativas y de construcción.
No queda claro, por ahora, a que conclusiones se pueda llegar sobre la participación del Ejército en áreas administrativas y de construcción, pero a las primeras conclusiones que sí podemos llegar es que en seguridad no ha logrado cumplir.
En muchos casos, el Ejército ha estado materialmente con una mano adelante y otra atrás. Ha de ser muy complicado para los soldados estar en confrontaciones en donde los inhiben y limitan bajo la premisa de abrazos no balazos.
Esta estrategia ha sido cumplida parcialmente. Se han presentado muchos enfrentamientos entre la delincuencia organizada y el Ejército, entre que no ha quedado de otra, entre que se tiene que poner por delante la fuerza del Estado y hasta por sobrevivencia. Abrazos no balazos trata de ir a los orígenes de los problemas económicos y sociales; sin embargo, el crecimiento de la delincuencia organizada alcanza hoy cifras únicas.
El hecho de que los cárteles sean los quintos empleadores, si se quiere sexto por la construcción o si se quiere son menos empleados, lo cierto es que la cantidad de personas que hoy forman parte de la delincuencia organizada es un asunto brutal, lamentable y una definición del país que hoy somos.
La inseguridad en todas sus dimensiones nos tiene trabados, enfrentados y con un futuro cada vez más incierto.
RESQUICIOS.
Bitácora de tres días. Seis adolescentes asesinados en Zacatecas. Doce cadáveres esparcidos en NL. Monserrat asesinada, sacaron su cuerpo los presuntos feminicidas con ayuda de policías capitalinos.