No se ve por dónde
Por Javier Solórzano Zinser
El INE está tratando de darle salida a las irregularidades de unos y otros, de no hacerlo terminará por estar rebasado y el proceso quedaría al garete. Es fundamental que prevalezca la institución para la organización y calificación de las elecciones.
Será necesario después del proceso hacer los muchos cambios que se requieren. No tiene sentido que el Presidente quiera cambios en su gestión. La experiencia que deja una elección será un elemento más para instrumentar las necesarias nuevas formas para mantener la democracia y elecciones.
No se ven intenciones de que los actores políticos estén en línea con fortalecer las instituciones electorales. Lo que se va viendo son más bien acciones que lo que terminan haciendo es presionar aún más a las autoridades electorales, porque con ello las obligan a tener que regular los planteamientos de unos y otros, particularmente los del Presidente que sistemáticamente arremete contra el INE a pesar de que el instituto está ya conformado por nuevos consejeros cercanos al mandatario.
López Obrador desde siempre ha sido un crítico de la forma en que se manejan las elecciones. Unas veces porque sin la menor duda fue afectado, pero otras también porque fue derrotado, si bien en medio de controversias, lo cierto es que no se terminó evidenciando ante la ley las irregularidades.
El pasado proceso electoral dejó en claro que en fondo y forma la organización y calificación de las elecciones, sin soslayar irregularidades, fueron aprobadas y reconocidas por todos los actores políticos, lo que incluye a los derrotados.
El Presidente es una de las grandes claves en lo que viene. El problema es que no hay indicios de que vaya a cambiar su narrativa, lo que apunta es más bien lo contrario.
El nuevo lance contra Xóchitl Gálvez y su negativa a reconocer que ejerció violencia política de género es una prueba más de lo que sale desde Palacio Nacional. Las autoridades están en un lío. El mismísimo Presidente podría estar en la lista de los violentadores, lo cual sería un serio revés en la vida política y personal del tabasqueño.
En medio de escenarios complejos y algunos inéditos, la situación obliga a una dosis de serenidad, la cual incluye redes sociales y medios de comunicación. De no hacerlo vamos a entrar en un toma y daca interminable en donde puede llegar a una afectación a las elecciones mismas y a su resultado.
El tamaño del problema que se puede venir es mayúsculo, porque podríamos entrar en una crisis que lleve a una confrontación de alto alcance. Las cosas se nos pueden ir de las manos con relativa facilidad, porque no hay un ambiente entre nosotros que permita al menos atemperar los ánimos.
Al final se puede provocar una situación en que las calles puedan ser la búsqueda de imponer condiciones de unos y otros. Quienes al final sean los representantes de los partidos para la Presidencia van a ser los corresponsales de cualquier escenario. Deben ser conscientes del estado de las cosas en lugar de alentar la confrontación fuera de las reglas y deben ser los que impulsen la razón y el derecho.
Si bien estamos a menos de un año del proceso, es evidente que lo que se vaya haciendo desde ahora va a ser fundamental en el desenlace. Si las candidatas no aprecian la importancia de todo ello vamos a entrar en un callejón sin salida, el cual podría tener “salidas” si se hace valer ante sus seguidores la importancia de la civilidad política y de la vida en democracia y libertad, lo que por momentos parece ser, es lo que menos anda importando.
RESQUICIOS.
La delincuencia organizada avanza y si nos atenemos a lo sucedido en los últimos días la delincuencia quiere ser parte oficial del proceso electoral a su manera. La improvisación y la imposición de origen en el ámbito político están determinando las reglas.