Por Ruby Soriano
En política las cartas nunca están echadas, pues las cosas cambian en segundos.
La disruptiva aparición de la senadora Xóchitl Gálvez como posible candidata del Frente Opositor en México, ha sido equiparada como una bocanada de oxígeno que llegó a los diferentes frentes de una sociedad civil ávida de creer en que aún se pueden revertir los presagios que apuntaban a que la victoria de Morena para permanecer en la presidencia del país, estaba más que cantada.
El fenómeno disruptivo de la panista Xóchitl Gálvez adquiere una gran importancia por los efectos que desató su decisión para contender por la candidatura a la presidencia del país.
El reto es mayor para esta mujer hidalguense cuando no sólo tendrá que salir victoriosa de la contienda interna de la oposición, donde francamente se ve más definida su postulación. El gran reto de la senadora será mantenerse firme en una contienda donde de ser candidata no iría contra la corcholata mayor (Claudia Sheinbaum –en caso de ser la ganadora de la encuesta en Morena-), iría contra todo un aparato de Estado liderado por el máximo jefe del gobierno de México, es decir, por el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Xóchitl Gálvez tendrá que asumir que todo fenómeno disruptivo enfrenta la curva de la estabilidad, ante lo cual, deberá ser muy estratégica para mantener en vilo y con los guantes de box al inquilino de Palacio Nacional.
Este boomerang de simpatías hacia Xóchitl tampoco nos tiene que deslumbrar y dejar a un lado la importancia del liderazgo que hoy asume esta mujer, quien deberá tener el soporte para armar una verdadera estructura y plataforma de propuestas que puedan hacer frente a todo el aparato gubernamental con el que navegará la corcholata morenista ungida por el mandatario en funciones.
Su estilo desparpajado, directo y con el sello de las mujeres que le entran a los “cocolazos” sin achicarse, ha facilitado que Gálvez empatice no sólo con esos grupos que no sabían si remar con un desabrido Santiago Creel o esperar que Movimiento Ciudadano ungiera a su propia carta mayor.
Los escenarios de la sucesión presidencial en México hoy se sacuden ante el surgimiento de una figura que está aglutinando no sólo al anti pejismo, sino todo aquello que refleja realidades dolosas como la violencia que ha invadido a la mayor parte del país.
La panista ha tenido dos mensajes claves que la han catapultado para seguir sumando simpatías y respaldo. El primero de ellos es su postura para dar continuidad a los llamados programas sociales que hoy abanderan al “obradorismo” pero a los que Xóchitl instó para darles equilibrio y dirección.
El segundo punto fue la mención a su posible contrincante Claudia Sheinbaum a quien dijo respetar y con quien no caería en descalificaciones, pues es una mujer a la que conoce y muy bien.
La guerra de quien todo indica será la candidata del Frente opositor se centrará en la figura presidencial que se ha colocado los guantes de box para encarar y violentar a esta mujer que le está dando pelea directa a AMLO.
También en la política los tiempos se declaran perfectos y el país vive momentos de suma algidez con un mandatario abiertamente subido al ring electoral.
En tanto, su corcholata predilecta Claudia Sheinbaum luce desdibujada, confinada a un segundo plano, donde el protagonismo de su jefe moral, le ha quitado poder de maniobra para reafirmar una credibilidad que luce trastocada cuando se le señala como puntera en las preferencias morenistas.
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