Quebradero

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Van con todo por la Corte

 

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

Si alguien tiene claro el valor de sus palabras es el Presidente. De ello da cuenta todas las mañanas y sabe que lo que expresa es exponencial. Más allá de que genere críticas, para él lo importante es lo que pueda lograr colocar en los ánimos de sus furibundos seguidores.

En este sentido está claro que ha logrado crear una idea negativa de los periodistas en lo general y de sus “adversarios”.

“La mafia del poder” parece haber pasado a segundo plano, porque hoy quienes la integraban entran y salen regularmente de Palacio Nacional.

López Obrador apela a la libertad de expresión, pero sabe lo que en este sentido se provoca en las mañaneras. No hay capacidad de generar un diálogo, porque da la impresión de que no le interesa y también da la impresión de que cierra la puerta en función de sus intereses y de cómo quiere seguir gobernando.

Es cierto que el Presidente es sistemáticamente señalado por diversos sectores, entre los que el periodismo juega un papel preponderante. Sin embargo, también es cierto que mucha de la crítica que se ejerce hacia el Presidente no es nueva en función del papel de los medios en los últimos años. López Obrador lo sabe, aunque ahora no haga referencia a ello, fue testigo y partícipe de la abierta crítica desde los medios contra el poder político.

Los medios son un poder político y económico, y no debe sorprender que defienden sus intereses. La clave es cómo lo hacen, porque antes que nada por más que sean un negocio privado tienen una función pública. Los medios en un buen número de casos han entendido la evolución de la sociedad y han colocado a la democracia como un elemento rentable para los intentos de credibilidad y el negocio mismo.

Bajo estas consideraciones, temas como la crítica contra la Corte se convierten en coyunturas en donde no se reflexiona, porque desde la mañanera ya se dio la voz de alerta, más que para invitar a un diálogo de entendimiento, atacarla. Esto no es algo que por lo que se ve al Presidente le importe y menos a sus furibundos seguidores, quienes lo siguen de manera en muchos casos irreflexiva; si lo dijo el Presidente es.

Una prueba de esto es que si la Corte decide en favor de algo que propone el Presidente la crítica hacia la institución se matiza o desaparece. Pero si se invalida el Plan B y se declara que no procede colocar bajo el criterio de seguridad nacional las obras emblemáticas, el Presidente arremete contra la Corte y con él todos los seguidores encabezados por gobernadores que tienen una buena cantidad de problemas en sus estados, pero que con tal de seguir al Presidente hacen manifestaciones frente a la Corte, con todo y el clientelismo y sus acarreados.

El Presidente se ha encargado de crear un ambiente en contra de los aparatos de justicia sin reparar que en muchas ocasiones son las fiscalías el inicio del problema. Señalan a los jueces sin percatarse que a menudo las carpetas no contienen los elementos suficientes como para establecer sentencias en contra de presuntos responsables de delitos.

Las manifestaciones del sábado y el tono belicoso y profundamente agresivo en contra de la Corte no van a pasar de largo. Ya están creando un ánimo cargado de encono político que puede tener graves repercusiones.

El Presidente está en campaña para el 2024 como si él fuera uno de los aspirantes del proceso. Ha dado el banderazo de salida y no pareciera que en su entorno se busque la reflexión y la posibilidad de entender el estado de las cosas, más bien hemos entrado en el voy derecho y no me quito como estrategia y háganle como quieran.

RESQUICIOS.

El futbol fue noticia el fin de semana por dos hechos lamentables. En El Salvador cerraron las puertas de acceso al estadio y se vino una estampida en un partido en que jugarían los cuartos de final. Lo otro fue en Valencia en donde una gran cantidad de aficionados en la irreflexión y anonimato se encargó de gritarle “mono” una y otra vez a ese gran jugador del Madrid que es Vinícius.