Violencia política, otro participante electoral
Por Javier Solórzano Zinser
El gran pendiente que tiene el país desde hace al menos 15 años es la inseguridad y la violencia, andamos desde hace tiempo en un callejón sin salida.
Ni Calderón ni Peña Nieto son parte central del problema por las estrategias que diseñaron. La violencia se fue enquistando entre nosotros y lamentablemente estamos ya en los siempre delicadísimos terrenos de convertir lo anormal en “normal” para integrarlo a nuestra cotidianidad.
Hemos tenido que aprender a vivir en medio de la violencia y la inseguridad, lo cual por ningún motivo tiene lógica ni justificación en la vida de cualquier sociedad.
Mucho se ha estudiado e investigado lo sucedido en pasados sexenios. Se mandó al Ejército a las calles para intentar al menos atemperar la pesadilla cotidiana, Calderón echó a andar una estrategia, la cual quienes lo han sucedido en el cargo han prometido cambiar para que al final todos continúen en lo mismo.
Entramos en un círculo vicioso, algunos problemas se lograron resolver, pero para ello se tenía que mantener a las Fuerzas Armadas en las calles como mecanismo de salvaguardar vidas y ofrecer tranquilidad y seguridad.
La estrategia, forzada y hasta desesperada, llevó a destacar a soldados y marinos en funciones que no les corresponden.
La decisión paralelamente ha llevado a una gran cantidad de irregularidades y problemas en que la población civil se ha visto afectada. Ni los militares ni los marinos están para cumplir las funciones en que los han metido, sin dejar de reconocer que bajo las condiciones en las que estábamos y estamos su presencia ha mitigado la inseguridad y ha dado tranquilidad a muchas familias; se asegura que en las calles podrían estar 217 mil marinos y soldados.
Con López Obrador se suponía que las cosas cambiarían. Él mismo aseguró que regresaría a los militares a los cuarteles. El Presidente terminó por hacer exactamente lo que sus antecesores y, a pesar de que se dijo que en pocos años esto cambiaría, estamos lejos de crear cuerpos de seguridad que puedan sustituir el trabajo de soldados y marinos.
En la lista de nuestros grandes problemas la inseguridad es una constante, el gobierno no tiene mucho que presumir en esta materia. Las encuestas sobre las principales preocupaciones ciudadanas corroboran que en esta área y en la económica el gobierno recibe el mayor número de críticas.
A la fecha son pocos los cambios que se han hecho. La violencia y los temores prevalecen en muchas ciudades. La Guardia Nacional necesita más tiempo para consolidarse sin pasar por alto que está integrada mayoritariamente por integrantes del Ejército.
Cargamos otro problema que mucho tiene que ver con el clima de inseguridad. La precaria situación económica ha llevado a que se desaten en algunas zonas hechos delictivos, a lo que hay que sumar que la delincuencia organizada ha cooptado, ya sea voluntaria o involuntariamente, a muchos jóvenes quienes han transformado su vida y la de sus familias.
Las elecciones nos han colocado en una agudización de la violencia por otros motivos. El número de candidatas y candidatos que han sido asesinados está cerca de rebasar lo que sucedió en 2018, al paso que vamos lamentablemente será cuestión de días para ello.
Son muchas las razones por las cuales estamos en esta coyuntura. Las confrontaciones en algunas comunidades entre los militantes de los partidos están llevando las cosas al límite, a lo que hay que sumar el clima que se ha creado en el país en buena medida por la sistemática confrontación a la que apela el Presidente.
No vienen días nada fáciles, andamos en un máscara contra cabellera.
RESQUICIOS
El pantanoso terreno en que desde hace años está la relación entre el INE y el Presidente muy probablemente va a afectar la elección. El mandatario no está dispuesto a ceder incluso si le muestran información comprobada diferente a la que expone; es otro delicado asunto en que se vienen días muy difíciles.