Las «corcholatas» en la línea de salida
Por Javier Solórzano Zinser
No va a ser fácil llevar la fiesta en paz el proceso de selección de las “corcholatas”. Por ahora andan bajo el amor y paz, pero habrá que verlos a la hora en que casi todo sea determinante.
Las reglas del proceso deberán ser claras y equitativas para evitar desaguisados. Si bien es un proceso que organizarán diferentes comisiones del partido para los militantes, la clave será la perspectiva que tenga y quiera el Presidente.
Por ahora el terreno no es suficientemente parejo. No es lo mismo ser “corcholata” desde la Jefatura de la CDMX, de la Secretaría de Gobernación o desde el Senado, que serlo desde la Cancillería. Algunas dependencias están todo el tiempo en el imaginario colectivo, en tanto que otras dependen en mucho de dinámicas que en ocasiones son ajenas a la cotidianidad de lo interno.
Los suspirantes tendrán que renunciar a sus cargos más que solicitar licencia para participar en procesos que deben partir de cero y en los que las reglas sean lo suficientemente claras para evitar un conflicto ulterior.
Una división interna sería de funestas consecuencias. Es cuestión de ver lo que está pasando en Coahuila en donde una eventual derrota de Morena será responsabilidad de Morena y de quienes dirigen el tránsito del partido.
Por más que se apele a que habrá encuestas, las cuales debieran allanar el camino, se habla de cinco, seguramente al final será el Presidente el fiel de la balanza. Si como con razón se especula que el mandatario ya tiene una “corcholata” favorita, el gran asunto es qué pasaría si al final no termina por despuntar y se tiene que dirigir hacia otro lado la decisión.
López Obrador se juega su proyecto en el 2024. Por más vueltas que se le dé, hoy va quedando claro que particularmente Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López se perfilan como los personajes que de manera más disciplinada y acuciosa continuarían con el proyecto que ha echado a andar el Presidente.
No es que Marcelo Ebrard vaya a cambiar las cosas en caso de que ganara la Presidencia, ha dado claras pruebas de su lealtad a López Obrador. Lo que pasa es que si nos atenemos a sus declaraciones y a la forma en que se refiere a muchos asuntos del país seguramente terminará por tomar caminos que si bien continúen con muchos de los elementos de la llamada 4T de estos años de gobierno, también se puede ir adelantando que muchas cosas cambiarían o adquirirían nuevos matices.
Ricardo Monreal se mueve en muchos escenarios porque sabe que no tiene del todo el aval de Palacio Nacional para al menos ser una “corcholata”. El Presidente a veces lo tiene en su radar y otras veces de plano lo ignora. El zacatecano lo sabe y quizá sea por ello que su discurso a menudo se mueve bajo devaneos en donde quiere tomar distancia, pero sabe muy bien lo que esto le puede significar.
Quien está cerca de tener una gran prueba de fuego es la dirección de Morena. En Coahuila fue incapaz de lograr la cohesión, lo cual no deja de ser un aviso de lo que pudiera venir. Más allá del encono que le pudo provocar a Ricardo Mejía la decisión del partido, no se pueden pasar por alto las razones que presentó y las críticas muy puntuales hacia quien quedó como candidato.
El Presidente parece tener en claro por dónde quiere que vayan las cosas. El problema está en si las condiciones le permiten alcanzar su objetivo. Lo que es un enigma es lo que pasará cuando las “corcholatas” oficialmente se echen a andar, el piso sea parejo, se hagan los debates y las encuestas.
No vaya ser que el Presidente no pueda meter las manos como se presume.
RESQUICIOS.
Hoy es el día de los alegatos finales en el caso García Luna. Sigue siendo un enigma qué puede pasar, pero por lo que se aprecia se abrieron ciertas vertientes que eventualmente le puedan ser favorables al acusado. Sin embargo, en función de la narrativa que llevó a cabo la fiscalía el futuro de García Luna parece ser la cárcel. Como fuere, el repasón que nos dieron como país nadie nos lo quita.