La contradictoria “pausa”
Por Javier Solórzano Zinser
El voluntarismo de los cancilleres de México y España chocó con el Presidente López Obrador. Lo que había sido un estratégico e importante encuentro terminó bajo esa singular definición presidencial llamada “pausa”.
No queda claro qué es lo que esto quiere decir. Es una palabra que no existe en los códigos diplomáticos. No es un rompimiento, pero pareciera que se acaban las formas y las voluntades bilaterales en términos de los gobiernos, no es exactamente congelamiento porque México y España tienen una muy importante historia común que va más allá de desplazamientos y caprichos.
Existen lazos cercanos e históricos que acompañan la cotidianidad en todos los ámbitos. Se han vivido en el pasado remoto historias que han marcado destinos mutuos.
La relación siempre ha estado a prueba y siempre han superado las vicisitudes. Los lazos e historias de personas y familias han fortalecido las relaciones que, como suele suceder, van mucho más allá de lo que coyunturalmente determinen los gobiernos.
Difícilmente López Obrador le iba a dar vuelta a la página a un pasado que considera en muchos sentidos ignominioso, busca un perdón y un reconocimiento de una historia acaecida hace más de 500 años. Es la forma en que define la relación con España y mientras esto no cambie el Presidente seguirá bajo la misma dinámica.
Estos días se ha dedicado a confirmarlo una vez más. Para López Obrador la no respuesta del rey de España y el gobierno es la forma en que ven al país. No queda claro qué tipo de respuesta quiere el Presidente para poder satisfacer su visión de las cosas, pero lo que es claro es que no existe el más mínimo ánimo del gobierno español por responder o por interpretar la historia de otra manera.
España no va a ofrecer disculpas por la conquista o por cualquier otro acontecimiento acontecido hace más de 500 años. En diferentes momentos se ha debatido sobre este tema, intelectuales, gobiernos, artistas han dado su opinión llegando a consensos básicos en un tema que uno reconoce de suyo complejo.
Particularmente desde la caída del dictador Francisco Franco, las relaciones entraron en un proceso virtuoso, productivo y cercano, en buena medida porque la solidaridad de México con España, en tiempos del autoritarismo, fue factor relevante en terrenos políticos, culturales y sociales.
España venía de tiempos aciagos, pero a través de un muy interesante proceso democrático, la nación se fue transformando en todos los ámbitos. España se convirtió en una nación atractiva, moderna, plural, abierta y de enorme atractivo económico.
En los tiempos del franquismo España se veía como una nación deteriorada, sometida, con una economía sin crecimiento y, por encima de todo, dominada por la bota de la dictadura. Mientras España creció México se quedó estancado en medio de políticas estatistas contrario a un mundo que estaba en franco proceso de transformación, la nación fue cambiando de la mano de un gobierno socialista que resultó referente para muchas naciones del mundo.
Muchas cosas pasaron después, las cuales vinieron a mostrar la otra cara de un desarrollo; sin embargo, España creó 9 bases para transformarse y aquel país que desde México se veía viejo y sin avances terminó por rebasarnos en todos los sentidos.
Queda claro que las cosas entre México y España no van a cambiar. Mientras López Obrador sea Presidente, las confrontaciones, los reclamos, las impugnaciones y eso que llama “pausa” serán la constante en la relación bilateral hasta el final del sexenio.
España es una historia más de una política exterior mexicana desigual, contradictoria y en muchos de sus pasajes confusa.
RESQUICIOS.
Fue una final de locura. En varias ocasiones el juego parecía definido, pero se cruzaron errores propios del juego, pero por encima de todo la virtud de los jugadores. Argentina y Francia pararon el mundo. No es posible abstraerse del futbol, es una extensión de la vida. Es una algarabía de la cual seguimos estando lejos.