Los falsos demócratas
Por Aurelio Contreras Moreno
La discusión y aprobación del llamado “plan B” electoral del lopezobradorismo fue una clarísima muestra de lo que representa el régimen que busca perpetuarse en el poder: sinrazón, caprichos, componendas y un brutal hedor autoritario.
Al estilo salinista del “ni los veo, ni los oigo”, la infinita soberbia del lopezobradorismo hizo que sus legisladores ignoraran de plano cualquier llamado a la negociación, al análisis, a la política y al mínimo respeto a las formas legales, incurriendo en su lugar en sendos actos inconstitucionales en una reforma que refleja otra de las características dominantes del régimen: su supina ignorancia y desprecio por la legalidad.
A sabiendas de que la reforma es un rosario de ilegalidades que violentan la Constitución –algunas de las cuales referimos en una entrega anterior de la Rúbrica-, Morena y sus rémoras –que le salieron respondonas- aprobaron una enmienda legal hecha no sobre las rodillas, sino con las patas, en la que privaron dos objetivos: por un lado, desmantelar las instituciones del sistema electoral del país para hacerlas inoperantes, y por el otro, privilegiar los más mezquinos intereses de los grupúsculos que se disputan rabiosos, a mordidas, los cotos de poder.
La transferencia de votos con la que sanguijuelas como los partidos del Trabajo y Verde Ecologista pretendieron asegurarse “vida eterna” es una de las aberraciones políticas y legales más insultantes que se han aprobado en un Congreso de la Unión convertido en circo de varias pistas, con un bloque oficialista insolente, burlón y autoritario, y una oposición que sigue pagando su carencia de ideas, de visión de Estado y de unidad, así como sus múltiples desatinos cometidos en un pasado no tan lejano.
Aunque por la noche de este jueves el PVEM “renunció” a la “vida artificial” luego de la amenaza de veto del presidente Andrés Manuel López Obrador, el Pleno de los diputados aprobó el dictamen enviado de regreso por el Senado con dicha cláusula incluida. Una muestra más de lo poco o nada que les importa la voluntad popular, lo cual también quedó de manifiesto en otro bodrio jurídico incluido en el “plan B”.
Se incluyó un apartado en el que se permitirá que los diputados busquen la reelección –como ya sucede- ¡pero por distritos diferentes a aquellos por los que fueron electos originalmente! Con lo cual, se echa a la basura lo único que justificaba la existencia de esa figura: que los representantes populares rindieran cuentas ante sus electores para que éstos les refrenden o no la confianza.
Vilmente, la reforma lopezobradorista le escamotea otro derecho a los mexicanos. Aunque finalmente, el principal derecho que la extraviada reformita electoral –la constitucional era todavía peor- le conculca a los ciudadanos y ciudadanas de la República Mexicana es el de tener la certeza de que el resultado de las elecciones será el que los votos otorguen y que a través del sufragio se puede decidir cambiar al partido en el poder si lo hace mal.
Quienes durante años desde la oposición y la “izquierda” lucharon por la equidad y legalidad en los procesos electorales, porque se escuchara la voz de las minorías excluidas, y que enarbolaron principios democráticos y de justicia para demandar pluralidad, hoy, ebrios, estupidizados de poder, quieren cancelar todo lo que construyeron, pues ya que llegaron a la cima, se quieren quedar ahí de por vida. Exactamente como aquellos a los que combatieron durante siete décadas.
Hoy los vemos como lo que son: unos farsantes, unos falsos demócratas que han decidido igualarse con aquellos que decían odiar. Pero que en realidad, era lo que aspiraban ser.
Asueto
La Rúbrica y su autor se tomarán un necesario descanso el resto del 2022, para reponer energía y abrazar a la familia. A sus lectores y editores, gracias y felices fiestas.
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