Quebradero

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¿Cómo los vio los verá?

Por Javier Solórzano Zinser

Hay evidencias de que el Presidente anda pensando en el inevitable final de sexenio. Una de esas maneras pasa por la forma en que promueve sus “corcholatas”.

Las referencias al tema no son sólo por permear entre la población a quien eventualmente lo sustituya con el fin de identificarlo con él y su proyecto, es también llevar a cabo un marcaje personal, el cual no tiene reparo alguno en hacerlo ver; el Presidente los va midiendo un día sí, y otro también, y ya hizo a un lado al incómodo Ricardo Monreal para mostrar abiertamente sus cartas y preferencias.

Lo que quiere López Obrador es obviamente la continuidad de su proyecto, al cual se le van apareciendo cada vez más piedras en el camino. A lo mucho que prometió y promete le aparecen dificultades, se ve difícil que se puedan alcanzar sus objetivos en lo que queda del sexenio.

Indirectamente el Presidente busca que su sexenio dure 12 años y para ello debe tener el control de la sucesión. Quien lo sustituya seguramente le deberá el cargo, como hace mucho tiempo no sucedía.

No se ve por ahora que quien llegue en el 24, en caso de que triunfe Morena, como todo parece indicar, vaya a romper con el tabasqueño. No hay que darle muchas vueltas para intuir que el Presidente será la mano que mece la cuna.

Muchos de los planes del gobierno están truncos y no hay garantía de que se puedan alcanzar. No solamente se trata de las obras emblemáticas, tiene que ver con muchos de los proyectos sociales a los cuales no les está alcanzando la situación económica que en conjunto vive el país.

Gane quien gane va a tener que enfrentar una herencia muy difícil de manejar y probablemente va a tener que imponer un estilo propio que no necesariamente será a imagen y semejanza del tabasqueño.

El crecimiento del país está siendo precario; ha crecido un inquietante clima de desconfianza entre el sector privado; el tema de seguridad no ha podido ser en lo general atemperado; se vislumbran problemas serios con el T-MEC y estamos bajo un clima crispado que de alguna manera crea condiciones desfavorables en lo social.

Muy pronto podríamos conocer cuáles están siendo las consecuencias del estado de las cosas bajo las cuales andamos; para el gobierno no hay confrontaciones, pero no puede soslayar que el clima en muchas ciudades está enrarecido, para decir lo menos.

Una de las ventajas del gobierno es que la oposición no ha podido superar el tsunami del 2018. Las elecciones en Edomex y Coahuila son importantes, no porque definan el 2024, sino porque podríamos ver en ellas los ánimos en dos estados del país históricamente priistas en donde si no hay una alianza las posibilidades de triunfo para la oposición serán realmente remotas.

Por más que el Presidente esté seguro de su proyecto, mal haría en no estarlo, en función del estado de las cosas es de primera importancia que vaya imaginando el futuro que le va a dejar al país. Pasar a la historia, como en varias ocasiones ha referido, tiene que ver con la herencia que deja, lo coyuntural se vuelve efímero y por más que tenga altos niveles de popularidad el futuro puede acabar por ser incierto y a veces hasta traicionero.

Muchas historias que ha visto el tabasqueño pueden ser las suyas. Quien lo suceda en el cargo no podrá pasársela cubriendo lo que pasó en su sexenio, en caso de que su herencia termine por ser cuestionada o su proyecto no se consolide en lo esencial.

A pesar de que el Presidente ha de querer gobernar a plenitud hasta el 30 de septiembre del 2024, sabe que el tiempo dejará de ser el mismo y tendrá que dejar la casa en buen estado, si no su futuro será parecido a lo que ha visto con otros expresidentes.

RESQUICIOS

Muchas cosas están en juego este día con Murillo Karam. Se verá qué tan amarrada tiene la acusación la fiscalía, veremos si se trata de justicia o de política, sabremos si hay consigna o no, conoceremos la defensa de un hombre que de acusador y juez pasa a ser acusado en un tema fundamental para el país.