Por Francisco Reséndiz
“La 4T nos quiere aniquilar”, advierte uno de los hombres más cercanos que tuvo Enrique Peña Nieto durante su mandato. Y sí, eso está claro: el cerco cada vez es más estrecho, donde las autoridades han tocado sin rubor a los incondicionales del último Presidente de la República surgido del PRI… y no hay marcha atrás.
Refugiado en la academia, en el extranjero, este hombre sostiene que si bien están en la lona, nadie tiene que dar por muerto al PRI y mucho menos a Peña Nieto, pero lamenta que “se hayan tolerado”, sin responder, demasiados ataques y desplantes; entre los últimos, el anuncio de la investigación contra el expresidente de México y la detención del exprocurador Jesús Murillo.
A Peña le han detenido a uno de sus hombres más cercanos y que lo unía con Carlos Salinas, a su amigo y abogado, a su escolta, a su principal operadora política, a su exprocurador, a uno de los empresarios más poderosos del país y que operaba con los hombres de dinero, y a operadores regionales clave y han vertido señalamientos contra sus principales interlocutores con Estados Unidos.
Así, la 4T tiene la cabeza del principal operador del expresidente en el extranjero: Emilio Lozoya, a quien veían en la transición del 2012 como inminente canciller al ser artífice del “mexican moment” en una gira por América Latina (incluido Brasil, Argentina y Colombia), Estados Unidos y Canadá, Alemania, Francia, España y Reino Unido y, al igual que el abogado Juan Collado, era su vinculo directo con Salinas.
A Rosario Robles la reclutó Peña Nieto en Lomas Virreyes. En su casa de transición, donde fraguó el Pacto por México con Los Chuchos, Anaya y Madero, y varios verdes que ofrecieron su respaldo al gobierno en turno, como lo hacen hoy con Morena y la Cuarta Transformación de Andrés Manuel López Obrador. Era la mejor para operar los programas sociales.
Eduardo León Trauwitz, como jefe de escoltas de Peña Nieto durante su gobierno en el Estado de México, era el hombre más informado de la vida íntima del mexiquense, al igual que su abogado Juan Collado, ambos enfrentan procesos penales.
Pero no solo eso, si bien Peña Nieto desactivó a dos de sus operadores regionales en el Golfo de México y la frontera sur (los exgobernadores de Veracruz y Quintana Roo), la 4T fue por las cabezas de otros dos operadores claves del expresidente en el control en el Pacífico Norte y en la frontera con la Unión Americana (los ex gobernadores de Nayarit y Chihuahua).
Por separado, cada uno de ellos presumía fuera de grabadoras, su cercanía con Peña Nieto y la confianza que gozaban del entonces Presidente para mantener buena relación con “grupos duros” en esas cuatro regiones.
Rosario Robles estaba alejada de la política desde su rompimiento con el PRD por el caso de los videoescandalos de René Bejarano y Carlos Ahumada. Hecho que jamás perdonó López Obrador. Fue rescatada del marasmo por Peña Nieto y nada más la hizo secretaria de Desarrollo Social e implementó los programas del anterior gobierno: la Cruzada Nacional contra el Hambre y el Seguro para Jefas de Familia. “No te preocupes Rosario”, le dijo el Presidente a su secretaria en abril de 2013 ante los ataques de sus adversarios… era su amiga.
El caso de Jesús Murillo tiene que ver también con un tema personal del exmandatario. Si bien el hidalguense se hizo cargo del caso Ayotzinapa, era visto por Peña Nieto como un maestro en el arte de la política y creía en sus habilidades y en la mancuerna que tenía con Miguel Osorio, su secretario de Gobernación… de ahí lo que algunos llamaron el “grupo Hidalgo”.
Pero hay otros ex funcionarios señalados por la 4T:
El excanciller Luis Videgaray, que incluso resolvía cosas que tenían que ver con Maritza Díaz, madre Diego, el cuarto hijo de Peña Nieto, contra Ildefonso Guajardo, el hombre que llevó a buen término el T-MEC con Estados Unidos y Canadá, el finado Gerardo Ruiz Esparza, Pedro Joaquín Coldwell, ex secretario de Energía pero que fue el presidente del PRI que acompañó a Peña Nieto en la elección del 2012.
Al final todos era amigos del entonces Presidente de la República, lo presumían y ejercían esa cercanía para que sus órdenes se cumplieran.
Así, conforme se acercan los procesos electorales del Estado de México y las definiciones para la elección presidencial 2024, el cerco a Peña Nieto parece cerrarse cada vez más. El ex funcionario consultado por este columnista acepta que pronto habrá una respuesta contra la 4T, que se debe esperar… y afirma: “será demoledora”. ¿En verdad la habrá?
RADAR
Por cierto, de cara a la contienda por el Estado de México, las diferentes columnas que se enfilan a la batalla electoral del próximo año siguen haciendo labor. Mientras que en el PRI su líder estatal afirma que la elección del próximo año definirá el futuro del país, en el PRD tratan de recuperar la confianza que tenían en diversas regiones de la entidad a través del diputado Omar Ortega.
Por ejemplo, el domingo durante la toma de protesta a una brigada en Santa María Tulpetlac una mujer se acercó para pedirle su ayuda, pues a un año del asesinato de su hija de 16 años en Ecatepec, afirmó que no ha recibido atención de las autoridades. Ahí mismo, Ortega Álvarez condenó el hecho, pidió un minuto de silencio por la niña, exigió detener los feminicidios y ofreció su apoyo directo para que el fiscal mexiquense reciba a la señora y se vea el caso.
Así marchan las cosas.