Quebradero

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T-MEC es entre Estados, no entre particulares

Por Javier Solórzano Zinser

La soberanía del país no está en entredicho ni a discusión. Cuando el Presidente plantea que las cosas se deciden sólo en México tiene la razón histórica y también del presente.

Sin embargo, el país ha firmado una gran cantidad de tratados comerciales en el mundo, estamos entre los tres países con más acuerdos, y lo que firmamos nos lleva a los derechos y obligaciones.

La relación con EU y Canadá nos coloca bajo derroteros que deberían ser vistos más como una evolución y transformación que como un freno.

No tiene mucho sentido enarbolar la bandera nacional ante la disputa que se viene ante las inconformidades de EU y Canadá en el T-MEC. No cabe la cargada de las y los gobernadores de Morena como se dio con motivo de la visita del Presidente a Washington.

Aunque López Obrador lleve el tema a los términos de la defensa de la nación, se debe partir que estamos ante una situación, que todavía no alcanza el nivel de conflicto, de Estado a Estado y no entre particulares.

Por más que se remita el tema a aspectos nacionalistas y que tras del mandatario se sumen voces más de militancia que de reflexión, lo que se tiene que hacer es que para echar a andar el debate hay que entender que el país forma parte de un tratado comercial consensuado.

México, por voluntad propia, firmó el T-MEC. El actual gobierno fue partícipe directo y muchas de sus observaciones fueron contempladas y consignadas. Los pasos que siguieron hacia finales de 2018 ya no tuvieron que ver directamente con la pasada administración, el proceso, de hecho, lo encabezó Jesús Seade, hoy embajador en China, quien fue quien llevó la representación directa de quien era presidente electo. Quienes habían iniciado la negociación pasaron a segundo plano ante el triunfo del tabasqueño, se convirtieron en asesores, pero no llevaban la voz cantante.

No hay que meternos centralmente para enfrentar las disputas a los terrenos de la soberanía nacional sin dejar de tenerla en el radar. La razón está en que en el T-MEC se encuentra una disputa en función de las reglas sobre las cuales el tratado sustituyó al TLC.

Uno de los aspectos de mayor atención y controversia pasa por las políticas de la Comisión Reguladora de Energía (CRE). Esta instancia ha venido otorgando permisos únicamente para la CFE negándoselo tajantemente a las empresas privadas. Sin ir más lejos, ayer la CRE le negó el permiso a diferentes empresas privadas, sólo otorgó el visto bueno a la CFE.

Desde hace al menos dos años diferentes instancias de gobierno de Canadá y EU le han solicitado a su par mexicano explicaciones sobre la instrumentación de sus políticas energéticas. Si bien la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) está en un impasse mientras se toman decisiones jurídicas, el gobierno ha instrumentado una política con base en lo que considera debe hacerse en materia energética; sin embargo, bajo el marco del T-MEC existen reglas, insistimos, consensuadas, que para los otros integrantes del tratado no se están cumpliendo.

Seguramente en estos días nos acompañarán fuegos artificiales verbales. No van a servir de no ser para sumarlos a un discurso que bien pueden tener tintes singulares en “defensa de la patria”.

Si así fuera no va a servir de mucho, porque lo que está de por medio no tiene que ver con ello, es una disputa comercial entre Estados, reiteramos no entre particulares, con base en las reglas de un tratado firmado de manera consensuada.

Más que hablar de que defenderemos a México, no entendemos por qué están enojados y argumentos y florituras verbales aparte, lo que hay que demostrar es que no procede la disputa.

RESQUICIOS

En medio de la lucha contra la corrupción y en favor de la transparencia, suponemos que el Presidente es el primer interesado en que se aclare el caso de su hermano. No puede partirse de la idea de que hay dinero bueno para el movimiento o algo parecido. Existe un marco legal para todos, los buenos de hoy pueden ser los malos de mañana.