La verdad única

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Por Martín Quitano Martínez

 No hay verdades absolutas; todas las verdades son medias verdades.

 El mal surge de quererlas tratar como verdades absolutas.

Alfred North Whitehead

Ser gobierno y suponerse poseedor de la verdad absoluta es una postura de cerrazón, de intolerancia ante la diversidad. Un ejercicio del poder que se basa en profundizar las diferencias entre los distintos grupos de la sociedad, no llama a la concordia ni al encuentro, sino por el contrario, llama a la polarización, cancelando cualquier oportunidad para abrir un diálogo que reúna a los diferentes en sus preocupaciones comunes, un diálogo para construir pactos amplios, más allá de las líneas únicas del poder.

El disenso, común en las democracias, es mal visto hasta el punto de rechazar cualquier opinión distinta o crítica, pues es clasificada como complots o maquinaciones en contra, en lugar de apreciarlas como oportunidades de acercamiento o mejora de las acciones públicas. Todos deben estar de acuerdo con todo lo que se haga o diga desde el gobierno.

Prácticamente, todo lo que ahora se debate entre el gobierno y las oposiciones, conduce a callejones sin salida. Para este gobierno, la suma cero es la única fórmula de discutir, por ello es que no hay intercambio de ideas sino agresiones, denostaciones febriles o burletas ante cualquier opinión diferente. Esos distintos, merecen ser exhibidos y puestos en los cadalsos, por atreverse a dudar de la verdad, de mi verdad, que por supuesto es la única que existe.

Las tragedias envuelven nuestra cotidianeidad mientras el teatro gubernamental dirige los focos de la atención pública a las corcholatas que ruedan por el país, o a los actos inaugurales de obras que no se han concluido, o a las persecuciones de opositores complotados que no aprecian la pureza de los designios del señor, porque insisten en señalar problemas donde ya se les dijo que toda está bien y el pueblo es feliz, feliz, feliz. ¿Cómo se atreven a contradecir la verdad evangelizante con la que hay que persignarse todas las mañanas?

Mirar lo que sucede y debatir la cosa pública como un ejercicio democrático es una actividad de alto riesgo, porque la realidad gubernamental es bipolar, reduciendo toda posibilidad en los extremos del conmigo o contra mí. No se intercambian argumentos o se defienden políticas, no.  Aquí solo impera la víscera, el descontón desde la ofensa de pensar distinto. Es presenciar el florecimiento del territorio donde el señor domina, marcado por la aridez de las propuestas, en el que solo el decálogo del elegido es verdadero.

Mientras las confrontas se incrementan, el país continúa con sus descalabros, frente a la falta de voluntad para establecer la gran convocatoria para superar las diferencias ofrecida en el 2018. Ahora se festejan los 4 años de gobernar desde la lógica de la exclusión, ya que nada es necesario de sumar o de reconocer si no es parte de la verdad oficial; ya se tienen los dogmas que dan cimiento a una transformación que hoy por hoy deja mucho que desear.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Tan preocupado por la libertad de expresión de Assange, mientras aquí se reserva información que debería ser conocida por todos.

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