Una cumbre desangelada
Por Javier Solórzano Zinser
El Presidente está llevando a la diplomacia mexicana a las últimas instancias con motivo de la Cumbre de las Américas.
Su decisión sobre su participación sigue pendiente. El planteamiento original del Presidente ha ido perdiendo fuerza, porque algunas de las naciones por más que abogó han decidido no participar, las inviten o no.
Lo que decida López Obrador podría colocar al presidente Biden en escenarios incómodos en lo interno y en la misma cumbre.
En los hechos, López Obrador sigue viendo de manera diferente a Donald Trump de lo que ve a Joe Biden. Con el empresario parecía tener una afinidad, la cual no tiene ni provoca con Biden, a pesar del entendimiento que hay entre ellos.
Toda la belicosidad que tuvo el tabasqueño en su tiempo de candidato hacia Trump, recordemos que hasta un libro hizo sobre el personaje, se fue diluyendo de singular manera.
Con Trump, López Obrador tuvo una relación que llevó a su gobierno a aceptar buena parte de lo que se dictaba desde la Casa Blanca. El tema migratorio es un ejemplo, acabamos por albergar a miles de migrantes y terminamos por ser el “tercer país”. Nuestras fronteras fueron cerradas a petición expresa, o amenaza, según se quiera ver, del empresario-presidente y se formalizó un acuerdo de ayuda México-EU para Centroamérica que no cristalizó.
Biden sabe lo que significa López Obrador entre los millones de mexicanos en EU. El presidente de EU quiere la presencia del tabasqueño, porque su ausencia le abre diferentes frentes de cara al proceso electoral de noviembre. Estamos ante un López Obrador retador, que ni por asomo tuvo una actitud de esta naturaleza con Donald Trump.
Pudiera ser que el Presidente mexicano no quiere participar para crear un antecedente, porque no son espacios que particularmente le gusten o porque no se sienta cómodo.
Tiene lógica que intercediera por gobiernos que de antemano se sabía no tienen el visto bueno de EU. La idea de la inclusión era y es importante; sin embargo, bajo la lógica de EU, no de ahora, Cuba, Venezuela y Nicaragua son gobiernos distantes de la Unión Americana.
Lo que es un hecho es que la cumbre no ha logrado trascender entre los gobiernos del continente. Son muchas las diferencias y muchos los problemas en cada país. No queda del todo claro cuál es el objetivo del encuentro, de no ser que sea la posibilidad de compartir una mesa para intercambiar puntos de vista. En este tipo de reuniones si no se tiene una agenda bien diseñada es difícil llegar a acuerdos.
Biden está en una situación complicada. La reunión le resulta poco atractiva e interesante a los estadounidenses, ni siquiera la visualizan. La coyuntura del país lo tiene ensimismado. Lo que lo ha sacudido es la invasión de Rusia a Ucrania, es un asunto que no pueden ver a distancia porque participan de él.
Es importante que López Obrador mire hacia al sur. En los últimos sexenios no se entendió la relevancia de una relación consistente y necesaria con Centroamérica, es una prioridad de pasado, presente y futuro.
Sin embargo, no atender la relación con el norte con todo lo que significa en lo económico, en las remesas, el intercambio comercial y en el desarrollo cultural puede traer secuelas y consecuencias.
Sigue siendo un enigma la presencia o no de López Obrador. En función de lo que ha dicho no ha tomado la decisión y no parece preocupar, ayer hablaba de que hay muchos vuelos a Los Ángeles.
Muchos elementos se conjuntan. La cumbre no alcanza a generar expectativa; López Obrador quiere a todos y varios avisaron que no van; Biden está en terrenos complicados por la reunión se haga o no.
La cumbre es la evidencia de lo que es el continente.
RESQUICIOS
La Corte invalidó el recorte presupuestal de la Cámara de Diputados al INE, a estas alturas es una decisión tardía. Queda claro porque el INE no pudo llevar a cabo la cobertura que le exigieron sobre la consulta sobre la revocación de mandato, tomen nota.