La ceremonia del Premio Nobel de la Paz 2025 en Oslo estuvo marcada por la ausencia de la galardonada, la opositora venezolana María Corina Machado, cuyo reconocimiento fue recibido por su hija Ana Corina Sosa Machado en un acto solemne que se convirtió en símbolo de resistencia democrática.
El Premio Nobel de la Paz 2025 fue otorgado a María Corina Machado, líder opositora venezolana, por su lucha en favor de la democracia y las libertades en su país. La ceremonia se celebró este miércoles el 10 de diciembre en el Ayuntamiento de Oslo, Noruega, fecha tradicional que conmemora el aniversario de la muerte de Alfred Nobel.
Más de mil invitados asistieron al evento, incluyendo la familia real noruega, autoridades locales, diplomáticos y mandatarios latinoamericanos.
Ana Corina Sosa, hija de Machado, recibió el galardón en nombre de su madre, quien no pudo llegar a la ceremonia a pesar de que se anunció que viajaba a Noruega. El itinerario de la familia se mantuvo en reserva por razones de seguridad.

En su mensaje, Sosa Machado destacó la determinación de su madre y del pueblo venezolano para enfrentar la represión y defender la libertad, y leyó un discurso escrito por la Nobel de la Paz 2025. «Venezuela volverá a respirar. Abriremos las puertas de las cárceles y veremos salir el sol para miles de inocentes que fueron encarcelados injustamente», sentenció.
María Corina Machado recordó cómo Venezuela fue una de las primeras naciones con Constitución en el mundo, donde se protegieron derechos individuales como la libertad religiosa y se fomentó la separación de poderes. «Desde el principio creímos en algo tan simple como inmenso: que todos los seres humanos nacen para ser libres. Esa convicción se convirtió en el alma de nuestra nación», sostuvo.
También destacó el papel de Venezuela como refugio para quienes escapaban de la represión de las dictaduras de derecha en América Latina, la guerra civil española y familias que huían de conflictos en Siria, Líbano y Colombia. Esas libertades, denunció, se fueron perdiendo desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999.
«Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad», expuso.
Y recordó la importancia de luchar por la democracia. «Este premio tiene un significado profundo: le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz. Y lo más importante, el principal aprendizaje que los venezolanos podemos compartir con el mundo es la lección forjada a través de este largo y difícil camino: si queremos tener democracia, debemos estar dispuestos a luchar por la libertad».
Durante la alocución leída por su hija, la líder opositora repasó la bonanza que experimentó el país en el siglo XX con la explotación petrolera, recurso que —aseguró— el gobierno de Maduro usó para su propio beneficio y administró de forma tan deficiente que derivó en una crisis profunda.
El acto estuvo acompañado de discursos del Comité Noruego del Nobel, que subrayó la importancia de reconocer la resistencia cívica frente a regímenes autoritarios.
Desde Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro calificó el galardón como un premio “manchado en sangre”, intentando deslegitimar la distinción. En contraste, organizaciones internacionales de derechos humanos celebraron el reconocimiento como un mensaje global de apoyo a la democracia venezolana.
El premio a Machado se interpreta como un gesto político y moral que trasciende fronteras, colocando la crisis venezolana en el centro de la agenda internacional.