- La comunidad de la UV pronto tendrá la oportunidad de rechazar en el CUG la ilegalidad e ineptitud de quienes la tienen secuestrada.
- Será el escenario ideal para mostrar que la UV actúa para preservar la dignidad y su prestigio institucional.
- La ilegalidad y el autoritarismo en la UV no sólo deben ser objeto de señalamiento sino de remoción.
- También debe enmendarse la evidente torpeza mostrada para liderar un desempeño institucional respetable y exitoso.
Por Víctor A. Arredondo
El próximo 15 de diciembre de este año se celebrará la esperada sesión ordinaria del Consejo General Universitario (CUG) de la Universidad Veracruzana, después de que Martín Aguilar obtuviera la prórroga ilegal con la que ha secuestrado la rectoría. Por la fecha en la que se convoca esta sesión, se repite un mecanismo similar al utilizado por la Junta de Gobierno para actuar a espaldas de la comunidad universitaria: en tiempos en que la mayoría de los universitarios estará ausente por el periodo vacacional. La intención obvia es evitar que estudiantes, académicos, personal administrativo y de confianza se opongan a sus sucios manejos y reprobables consecuencias. A estas alturas, la administración central calcula que ya depuró la lista de consejeros universitarios incómodos, que el círculo de directivos incondicionales ya terminaron de adoctrinar a la mayoría de los consejeros, y que así apagarán las voces discordantes en el Consejo Universitario al haber dejado claras las represalias para quienes no sigan su dictado.
Con tales maniobras buscan abolir la libre circulación de ideas y opiniones en una institución cuya normatividad la obliga a respetar la pluralidad y las decisiones colegiadas, a partir del respeto a lo diferente, al libre discernimiento y al consenso. Esos atributos institucionales de cualquier universidad pública que se considere digna no le interesan a Martin Aguilar: él ha mostrado que lo único que debe prevalecer en la UV es la imposición de su verdad que no es otra cosa más que el reflejo de su insólita voracidad por el poder. Tampoco le interesan las opiniones discordantes con su dictado, aunque vengan de un sector significativo de la comunidad universitaria a la que debe servir, de la academia nacional, de la opinión pública, de la sociedad veracruzana o del poder ejecutivo estatal. Ha dejado ver de manera contundente que no le importan los seis meses que han transcurrido con juicios de amparo en su contra, reclamos públicos, opiniones de expertos en jurisprudencia universitaria y de cientos de voces críticas sobre la improcedencia de su actuar. Él continúa ignorando esas voces de reclamo pues no se ha dignado atenderlas, salvo para organizar represalias a “los disidentes”. Seguramente su razonamiento es que él es el dueño de la Universidad Veracruzana, que tiene el poder para imponer su capricho y que cuenta con el apoyo de incondicionales para asegurar su ambición personal. Y si ese actuar es típico de un perfil autoritario, qué importa; lo relevante es su ambicioso objetivo personal, aunque en el camino se destruya la imagen, trayectoria y el quehacer socialmente responsable de la máxima casa de estudios de Veracruz.
Hace unos días se llevó a cabo una reunión en Xalapa, en el marco de la Cátedra Interamericana Carlos Fuentes, organizada por Ricardo Corzo, donde se analizó la novela Terra Nostra. La mención de este evento tiene sentido por dos razones. Una, porque se trata de su novela más extensa, considerada por algunos críticos literarios como la más ambiciosa, compleja y completa de la narrativa hispánica contemporánea. Entre los múltiples temas que Fuentes aborda en su abundante recuento novelesco, histórico, mitológico y filosófico, a lo largo de veinte siglos de vida cultural hispana e hispanoamericana, se encuentran el poder absoluto; la perpetuidad cíclica de la tiranía que no respeta a la justicia ni a la historia; las estructuras verticales que usan los dictadores para actuar con impunidad, repitiendo errores añejos a pesar del avance de la democracia, donde el poder vertical se perpetúa periódicamente porque pervierte el lenguaje para imponerse a la lógica, a la memoria y a las costumbres republicanas que exigen la rendición de cuentas. Así, Carlos Fuentes desnuda el abuso del poder absolutista y la impunidad como artifugios ancestrales que se reciclan para configurar los grandes hoyos negros de nuestra civilización y civilidad.
La segunda razón por la que menciono el evento tiene que ver con la improvisación, ineptitud y desapego de la actual administración universitaria en su quehacer cotidiano y en la realización de sus “eventos especiales”. Ante la fecunda relación de Carlos Fuentes con la Universidad Veracruzana, cuya presencia física e influencia literaria post mortem solían convocar en nuestra casa de estudios a distinguidos escritores, analistas, cineastas y promotores culturales, arropados por auditorios llenos de universitarios, fue muy penosa la paupérrima convocatoria de esta última reunión. En total, hubo cinco personas en la audiencia presencial y virtual, además de expositores y miembros del presidium. Y no llamó la atención que Martín Aguilar no se dignara participar, con todo y que una de las expositoras virtuales fuera Silvia Lemus, la esposa y albacea de Carlos Fuentes que hizo realidad el envío a la UV de una tercera parte de su biblioteca personal para enriquecer el acervo existente en la USBI de Xalapa. Habrá que recordar que Fuentes anunció su deseo de donar a la UV toda su colección bibliográfica privada en el año 2000, durante la sesión del Consejo Universitario en la que se le otorgó el Doctorado Honoris Causa a través de mi persona como rector y en presencia del entonces Presidente de la República, del Secretario de Educación Pública, del Presidente del entonces CONACULTA, del Gobernador del Estado de Veracruz, del Presidente Fundador de la FIL de Guadalajara y de una amplia comitiva de invitados especiales. El contraste entre ambos momentos no puede ser más doloroso: el de una universidad que sabía cómo atraer aliados trascendentes y sobresalir con eventos de primer nivel versus un entorno institucional lastimado por la ilegalidad y la ineptitud.
Durante los primeros 24 años de su etapa autónoma, nuestra comunidad universitaria mostró su alto grado de madurez institucional mientras lograba resultados trascendentes que posicionaron a la UV como una de las mejores instituciones académicas del país y como foco de atracción internacional. Todo ello fue posible gracias a un liderazgo universitario distribuido, al trabajo colegiado y a la pasión por el servicio público y el bien común de los miembros de su comunidad. Las evidencias verificables sobre el éxito de nuestros egresados en las evaluaciones nacionales, la presencia internacional alcanzada por nuestros núcleos académicos y proyectos culturales, los campeonatos nacionales obtenidos por los Halcones en el deporte universitario y profesional, el alto nivel de innovación curricular y de organización académica alcanzado y el desarrollo de una infraestructura moderna y amable con la naturaleza, convirtieron a la UV en un referente obligado no sólo en el ámbito universitario nacional. Esto no es mero discurso político, la sociedad veracruzana y la comunidad universitaria lo han podido constatar hasta el día de hoy; ahí están presentes algunos de esos grandes logros colectivos.
La gran pregunta a la comunidad universitaria de la UV que deja implícito este texto es: ¿hasta dónde está dispuesta a recuperar el prestigio y la trayectoria de su Alma Mater? ¿Se desea pertenecer a una universidad que abra las puertas para mejores condiciones de estudio y trabajo enfocadas hacia un destino promisorio o se prefiere mantener el estado actual de cosas que no es otra cosa más que la persistencia de la ilegalidad y la impunidad? Martín Aguilar y su círculo de incondicionales mienten arteramente cuando argumentan que habemos quienes lo confrontamos porque deseamos preservar prebendas, porque pertenecemos a “partidos políticos conservadores” o porque deseamos recuperar poder en la burocracia universitaria. Nunca ha presentado pruebas de sus dichos porque no las hay. En cambio, los que estamos a favor de recuperar la dignidad en la UV hemos ofrecido suficientes evidencias de las transgresiones a la ley que él ha cometido junto con los miembros de la Junta de Gobierno que fueron incorporados, de manera no tan subrepticia, por su incondicionalidad para cometer el enorme atropello que significó entregarle una prórroga ilegal. El próximo consejo universitario será uno de los grandes parteaguas en los 81 años de vida institucional de la Universidad Veracruzana, cuyo futuro estará en manos de quienes los representan en el CUG. Hay tiempo para meditar, acordar y tomar decisiones trascendentes al respecto.