Sin Morena, sí hay país

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Por Francisco Montfort Guillén

No importa cómo se autodefinan. Tampoco son relevantes sus declaraciones de principios políticos. Lo que define a Morena, a sus líderes políticos, a sus legisladores, presidentes de la república, gobernadores, alcaldes y funcionarios son sus acciones. Por sus obras los conoceréis.

Si desde la campaña presidencial de 2018 prevalece la visión política sobre la económica, la social y la cultural, es porque Morena todo lo mira con el ojo del poder. Su mundo inicia y termina con la política, no como el arte de gobernar, ni tampoco como promoción del desarrollo y ni siquiera como el factor que mejora las condiciones sociales de vida de la sociedad mexicana.

Su visión es más rupestre, más estrecha de miras, más provinciana, más troglodita: sólo mira el conflicto por la acumulación del poder por el poder. Deja de lado el cumplimiento de las leyes, la racionalidad de la gestión pública, la idea de futuro. Para Morena y sus diversos militantes todos los tiempos se unen en el presente en que están acumulando un poder avasallador, ignorante, destructivo.

No han logrado resolver ningún problema nacional o local que tenga relevancia. Además de incapacidad e irresponsabilidad, resulta evidente su falta de interés. Lo suyo es fagocitar el Estado, lograr la simbiosis partido/gobierno porque esa es la vía más expedita para acumular riquezas personales, familiares, grupales desde la <<famiglia presidencial>> hasta los grupos de amigos de Andy.

Todas sus elocuentes frases propagandísticas han sido destrozadas por la realidad de su pésima gestión pública. Para el campo acuñaron una consigna de gran impacto: “sin maíz no hay país” uniendo su demagogia a una fuerte campaña por tratar de hacernos creer que, efectivamente, los mexicanos son los “hombres de maíz”; que era de su mayor interés recuperar la tradición culinaria prehispánica de cosechar <<la milpa (maíz, frijol, chiles, calabaza, quintoniles>> y que le darían al país la autosuficiencia alimentaria.

Cuando José López Portillo propuso conseguir, basada en la riqueza petrolera, la autosuficiencia alimentaria, el mundo se le vino encima. Ya bastantes problemas existían con el empresariado debido a la expansión de CONASUPO hacia la producción lechera, el almacenamiento de granos y la distribución de alimentos vía una nueva cadena de supermercados. Embarcarse en un proyecto de gran nivel con la autosuficiencia alimentaria (el famoso SAM mexicano) provocó que las grandes transnacionales de procesos alimentarios alzaran su voz y desestabilizaran el campo.

En aquel entonces una proposición como esta encajaba bien con el populismo echeverrista. Pero no con un país en proceso de quiebra. Las protestas en el campo y en las fábricas hicieron recular al famoso presidente. Y las olas de protesta continuaron durante el gobierno de Miguel de la Madrid, quien, cansado de los ataques empresariales, comenzó a hablar de <<seguridad alimentaria>> hasta borrar de su discurso cualquier referencia a esta importante idea. Con el desmantelamiento de la CONASUPO y sus filiales, la calma regresó al campo mexicano.

La propuesta amloísta de SEGALMEX no causó ningún revuelo. Su idea de alcanzar la seguridad alimentaria murió sin enfrentamientos con las empresas del ramo: murió por sí sola, por la corrupción, en las manos del mismo presidente y su protegido, el hasta ahora inmune Ignacio Ovalle. El organismo jamás trabajó en serio para procurar la seguridad alimentaria del país. Parece que desde el inicio sólo se trataba de asegurar el futuro de los familiares y amigos de Ignacio Ovalle. El nivel de corrupción en esa institución morenista, que se creía el más grande en la historia de México, ahora empequeñecido a juego de niños frente al caso también presidencial del huachicol fiscal, bastó para que un objetivo tan loable como la seguridad alimentaria quedara en el olvido.

Con las protestas de los maiceros de 22 estados de la república, queda al descubierto que no existe siquiera una idea aproximada sobre cómo resolver la inseguridad alimentaria de la sociedad mexicana. El complejo de producción que inicia la formación del mercado interno, principalmente en los países de desarrollo endógeno, involucra las relaciones contradictorias y complementarias campo/ciudad. Ahora debe agregarse el contexto de una economía globalizada, transnacional.

Se debe tener en cuenta el papel central de las innovaciones en la industria de producción de alimentos (que incluye a la silvicultura, la ganadería y la pesca) que está sustentado en la vinculación ciencia/tecnología; la producción de enseres y maquinaria agropecuaria y pesquera, y agregar la industria procesadora de alimentos, también muy tecnologizada, casi toda transnacional. Y la distribución de alimentos por diferentes vías de comercialización. Y este complejo debe estar arropado por otro sistema de “seguridad alimentaria” entendida, esta otra, como la seguridad en la inocuidad de los alimentos, la certeza de la ausencia de plagas y otros contaminantes biológicos, químicos, industriales que pongan en riesgo la salud de los consumidores.

Morena y sus gobiernos han debilitado a la SENASICA, institución encargada de la “seguridad alimentaria” en términos de inocuidad y, mientras, corrompían a SEGALMEX, lo que ha dejado al país sin “seguridad alimentaria” en términos de cantidad, diversidad y precios justos de los alimentos básicos.

Mal decía el señor López que gobernar no era una gran ciencia. Pero lo que él y su sucesora hacen no es gobernar. Es manipular a sus seguidores con los elementales discursos engañabobos de las mal haladas mañaneras. Si consideramos que el Estado es el cerebro de una nación, el gran Aparato de control y organización, de seguridad y gobernanza como en los países desarrollados, entonces podemos constatar que el Estado mexicano es un Estado fracasado, pues no ha conseguido, nunca, que el país sea una nación desarrollada.

Si el Estado es el cerebro de la nación mexicana, podemos pensar que el arribo de Morena al poder es como una embolia cerebral. Gobernar un país con la complejidad de México sí que requiere de savoir y savoir-faire diversos, muy técnicos. Un recuento de daños provocados por estos dos gobiernos morenistas, cuantificados no sólo en términos de costos presentes, sino considerando los daños futuros a generaciones enteras, pondría en negro sobre blanco que, si el país sobrevive a la hecatombe morenista, será con base en el gigantesco sacrificio de las dos próximas generaciones. Estaríamos mejor sin Morena/Obrador. Ni duda cabe.

 

francisco.montfort@gmail.com