La indignación y la tristeza
Por Javier Solórzano Zinser
El asesinato de Carlos Manzo puede provocar un parteaguas. Por ahora no queda claro cuál podría ser la reacción ciudadana, no sólo en Uruapan sino en Michoacán y en todo el país, como ya se apreció el domingo y lunes en Morelia.
Como suele suceder, las cosas podrían irse olvidando, o algo parecido, entre el temor, la cotidianidad y las nuevas acciones por parte de la delincuencia organizada, que no pareciera quedarse satisfecha con el brutal asesinato que cometieron.
El encono está a la vista. El cuidadoso, pero firme discurso de la esposa del presidente municipal de Uruapan en el funeral confirma el dolor, la tristeza, el encono y la rabia que se siente en toda la ciudad. Las redes han jugado un papel fundamental en la expresión ciudadana. Quienes tienen nombre y apellido y dan la cara, han subido podcast para denunciar lo que ha venido pasando en Uruapan en el último año.
No son bots para desacreditar al Gobierno federal. Son voces que desde lo más profundo se solidarizan con el presidente municipal, al que consideraban uno de los suyos.
Carlos Manzo buscó ser candidato de Morena al municipio y al no lograrlo se lanzó de manera independiente, lo cual fortaleció su candidatura y además tuvo el pleno reconocimiento en el municipio. En Uruapan para nadie fue una sorpresa la estrategia contra la seguridad de su presidente municipal. En buena medida fue elegido, porque fue el único que habló con claridad respecto a cómo enfrentar el problema de la violencia.
No se la debía a nadie y eso lo hacía más fuerte. Rompió con muchas de las relaciones que tenía con Morena, lo que le permitió cambiar los paradigmas. Como candidato nunca escondió cuáles eran sus objetivos, quizá ésta fue una de las causas por las cuales no ganó la candidatura del oficialismo.
Lo que ha pasado desde el sábado ha sido lamentablemente una agudización de las confrontaciones en las que estamos. La Presidenta se lanzó por enésima vez contra Felipe Calderón y otra vez lo responsabilizó de la violencia en el país y en el estado.
Al tener una enorme influencia y peso entre los millones de militantes del oficialismo, la Presidenta le habla a ellas y a ellos, poco importa lo que piensa el 30% y un poco más de la población. La narrativa es efectiva y evita la crítica merecida a lo que ha pasado en Michoacán en los últimos años. El estado ha sido gobernado por la izquierda desde hace cuatro sexenios con el intervalo de un priismo que no aportó nada. Recordemos el multicitado video del hijo del exgobernador Vallejo, del PRI, echándose unas cervezas con gente de la Familia Michoacana.
Por más que tenga efecto entre los millones de militantes de Morena, la narrativa sobre disculpas y responsabilidades del pasado son hechos que se presentaron hace casi 20 años. Quienes gobernaron Michoacán a lo largo de estos años pudieron haberle dado muchos giros a los problemas. Con haber profundizado en el tema de los limoneros y aguacateros, habrían tenido pistas para atemperar la violencia que padecen los productores y trabajadores.
Carlos Manzo planteó el gran dilema ante el cual el país en ocasiones se encuentra como petrificado: ¿cómo enfrentar a los cárteles y a los violentos desde la perspectiva del Estado? El presidente municipal estaba convencido de que tenía que ser de manera directa, lo que es definitivo es que la solución tiene que partir de la colectividad.
La Presidenta dijo ayer que no va a cambiar su estrategia. La cuestión por ahora es cómo enfrentar una seria crisis que puede tener insospechadas secuelas.
Lo que no abona es ir de nuevo al pasado para crear una narrativa que, indirectamente, victimiza al gobierno y puede olvidar a la víctima.
RESQUICIOS.
Las manifestaciones en Morelia y Uruapan son la demostración de la rabia, el dolor y la tristeza. Lo que puede venir detrás de ellas es confuso, por ahora no tiene sentido hablar de la derecha ni de conservadores; el dolor y la indignación están en todos lados.