Un yunque naranja vs acordeones azules

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Por Ruby Soriano

La reinvención de un partido político como Acción Nacional no se logra con el cambio de logo, ni con un acto de reflectores donde es más que evidente la ausencia de una unidad que desde hace tiempo, yace resquebrajada y con muchos visos de falta de credibilidad.

Los panistas hoy cargan con “la cruz” de sus errores, donde las concertaciones del pasado se convirtieron en las negociones con el nuevo poder en turno.

En Puebla el PAN enfrenta el mayor fenómeno de morenización en las filas azules, donde las corruptelas e impunidades difícilmente dejan limpio a alguno, pues el enfrentamiento está abiertamente cantado y es a puño limpio entre el grupo identificado con el Yunque, donde sobresale la figura del ex edil Eduardo Rivera.

Y en el otro bando, los panistas moderados, emanados muchos de la escuela del extinto ex gobernador Rafael Moreno Valle, quienes hoy están muy cerca del gobierno morenista de Alejandro Armenta.

Ambos grupos dejan mucho que desear.

A unas horas de que el Comité Ejecutivo de Acción Nacional relanzara su marca política, en Puebla, la actual dirigencia que encabeza Mario Riestra y Genoveva Huerta, hicieron gala del aprendizaje exprés de las mañas morenistas, al implementar el uso de “acordeones” para votar en la elección del Consejeros Estatales y Nacionales que se realizó este domingo.

Con la mayor desfachatez, el grupo que hoy maneja el partido en Puebla, usó estas estrategias para cerrarle el paso principalmente a los riveristas y a quienes intentaran ir en contra de los intereses del grupo de la dirigencia estatal.

La narrativa nacional panista, ponderó en su relanzamiento nacional, la unidad; misma que en Puebla no existe porque hay una ruptura irreconciliable.

En tanto, los que se sienten impolutos aliados del grupo del ex edil Eduardo Rivera, salieron a romper lanzas y denunciar inequidad, que si bien, es totalmente cierta, parecen haber olvidado que en los tiempos en que ellos manejaron al PAN, hicieron completamente lo mismo.

Sólo hay que citar todo el dispendio en recursos durante el Ayuntamiento de los riveristas. El crecimiento desmedido de licencias para antros, bares y burdeles.

La hipocresía con la que se protegió a violentadores y acosadores de mujeres.

La ambición de poder de varias de las esposas que exigieron su dote sin mover un dedo para hacer campaña y agarrar su pluri.

Del otro lado, arribó un joven político como Mario Riestra a quien se le vaticinaron buenos augurios para hacer cambios y “modernizar” lo viejo y antiguo en el panismo poblano.

Sin embargo, el nuevo dirigente sucumbió a la negociación. Rompió compromisos y hoy se ha convertido en un replicador de las tácticas morenistas para mantener el poder clientelar de un grupo al frente de este desgastado y disminuido PAN.

El grupo de Eduardo Rivera es un cadáver exquisito frente a los arrebatos y triquiñuelas de sus contrarios.

Y es que mientras, la actual dirigencia panista replicó la táctica morenista de los acordeones, el grupo del ex edil pretende emular la que aplicó el PRI en Morena, sólo que ellos lo harán en Movimiento Ciudadano.

Quizá sea cuestión de semanas para seguir viendo la invasión al partido naranja, donde sus pocos activos fundadores poblanos, deberán ponerse listísimos, frente al casi seguro arribo de una parvada de oportunismo azul, que irá tras las candidaturas y posiciones de poder en el partido naranja.

Los partidos políticos en México siguen hundidos en su ruta de desprestigio ante la ciudadanía que es quien los vota.

Azules o naranjas azules, estos clanes muy identificados en Puebla se seguirán moviendo para conseguir prebendas, posiciones de poder, vivir del presupuesto y volver a saquear a Puebla, sólo que, disfrazados ahora, de “naranjas dulces”.

 

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