Riesgos mortales e impunidades cínicas

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Por Francisco Montfort Guillén

Ulrich Beck nos advirtió desde el siglo pasado que las sociedades contemporáneas son «sociedades de riesgo». Por lo tanto, el Estado debe asumir esa nueva condición que ha traído consigo el progreso. Y es que las catástrofes no se dan en el vacío. Su nicho son las sociedades humanas, principalmente en su organización más actual: las ciudades urbanas.

Que la presidente y su equipo de gobierno (es un decir) desconozcan la obra de este sociólogo alemán, no los exime de sus responsabilidades frente a sus gobernados. Tampoco eximió a su antecesor en el cargo que inició en pleno siglo XXI la banalidad del gobernar, es decir, que, disfrazados de mediocres burócratas y ambiciosos políticos, los integrantes de Morena han demolido, como nadie nunca en el país, las cualidades del Estado duramente conseguidas durante más de un siglo de experiencias dolorosas, errores y aciertos.

Si el Estado mexicano era una incipiente organización democrática, en cambio sí era una maquinaria experta y muy eficaz para resolver problemas. Si en algunos casos no era también un centro de comando eficiente, se debía al mal enquistado, desde su nacimiento, de la corrupción. Y a pesar de esa enfermedad moral y política, la racionalidad dirigía sus acciones en todos los ámbitos o sectores de la cosa pública.

La prevención y remedio de desastres no surgió de la cabeza de Atenea. Inició como una pequeña tarea y presupuesto endeble del famoso ramo 33 que marcó para bien la gestión pública del país. Desde mediados de los años noventa en que hizo su aparición presupuestal y legal, el FONDEN fue creciendo hasta constituir todo un sistema que finalmente terminó encabezado por el Ejército Nacional con el famoso DNIII.

No fueron pocas las ocasiones en que frente a los llamados “desastres naturales”, el mismo presidente de la república se ponía al frente del auxilio a los damnificados, como lo hizo el presidente Ernesto Zedillo precisamente en Veracruz, cuando las inundaciones en el norte de la entidad, causadas por la combinación de las fuertes lluvias con el necesario desfogue de la presa de Necaxa, arrasaron a varios municipios.

La negligencia, la ignorancia, el valemadrismo y la banalidad del gobernar que caracterizan a los, formalmente dos (en realidad al único) gobiernos de Morena, en el ámbito federal han tenido como consecuencia la pérdida de vidas humanas, que es sin duda el saldo negativo más importante y el único que en realidad debe ser tomado en cuenta para exigirles cuentas a los dos titulares de la presidencia.

Más allá de la teoría de Ulrich Beck está también el Plan Municipal de Riesgos del Municipio de Poza Rica, elaborado entre otras personas por expertos de la talla del licenciado Leopoldo Pérez. En dicho estudio todo el territorio del municipio está pintado de rojo y esto significa que por su ubicación y sus actividades económicas todos sus habitantes viven en constantes riesgos de perder su vida o cuando menos sufrir accidentes y perder parte de su patrimonio.

El Plan Municipal de Riesgos de Poza Rica fue elaborado en 2023 así que no puede alegarse que no existían advertencias sobre las enormes probabilidades de que una catástrofe cambiara el destino de miles de personas. La presidente y su equipo no pueden alegar falta de información crítica sobre al menos uno de los municipios afectados, tal vez el de mayor fama, pero no el único que sufrió las consecuencias de haber desaparecido el hoy tan anhelado Fondo Nacional de Desastres.

Que habremos de insistir, era más que un solo fondo. En realidad existían cinco fondos: FONDEN (Para reconstrucción y atención inmediata); FOPREDEN (Fondo para la Prevención de Desastres Naturales, destinado a la planeación, reforzamiento de cauces, limpieza y mantenimiento preventivo); FOMED (Fondo para la mitigación de Emergencias con liquidez en los primeros días de desastre); FIPREDEN (Fideicomiso para la Prevención de Desastres, investigación y reducción de riesgos); FED (fondo Estatal de Desastres para la coordinación inmediata entre estados y federación).

Y aunque parezcan redundantes, cada uno tenía especificadas sus reglas de operación. La Ley General de Protección Civil que obligaba a todos los involucrados a integrarse inmediatamente a las tareas de emergencia. Y cada estado y municipio debía constar con sus propios elementos para actuar en coordinación con el ejército y la armada que siempre asumían el liderazgo. Todo este sistema y sus experiencias fue echado por la borda por los incapaces gobernantes de Morena.

En el caso de Veracruz se suma la actuación patética y ridícula de la titular del ejecutivo estatal. No renovó el seguro contra desastres que pagaba el gobierno del estado. Minimizó en sus declaraciones las terribles dimensiones de la tragedia. Colabora para que las ayudas solidarias de la ciudadanía no lleguen a los damnificados, pues quieren asegurar que las fotos y videos de las entregan sean reconocidas como ayudas de los gobiernos del partido Morena sin considerar los apuros reales de quienes sufren esta, si no evitable, sí atenuable tragedia.

Este año el presupuesto autorizado para el FONDEN fueron 64 millones de pesos, cantidad que cubre ni siquiera los daños de algunos de los muchos municipios afectados. Y mientras los desfalcos al erario público provocado desde la más alta esfera del poder público alcanzan sumas que desafían cualquier robo planeado a un banco central en el mundo, mientras se endeuda al gobierno federal con más empréstitos para PEMEX y se sigue regalando petróleo a Cuba los mexicanos de a pie, los que tienen contentos con pensiones miserables, hoy sufren los verdaderos estragos de votar por un grupo de resentidos populistas que llegaron para desaparecer la democracia, para debilitar el Estado y mantener en la miseria a los de siempre. Y que además en este, y en todos los casos, los funcionarios y políticos no habrán de pagar por sus incompetencias y fechorías, gracias a la impunidad elevada a la Cuarta Potencia. Valiosos votos.