Tragedias inesperadas y previsibles
Por Javier Solórzano Zinser
Pudo ser que las torrenciales lluvias que cayeron en cuatro estados no pudieran ser previstas. La cantidad de agua que cayó fue brutal. Hay versiones encontradas, porque la Sedena previó algo parecido a lo que pasó, en tanto que se asegura también fue inesperado.
Una de las claves está en la forma en que actúan particularmente los municipios y los gobiernos estatales. Con eso de que por minimizar las cosas se sueltan declaraciones que acaban por confundir a los ciudadanos.
En Veracruz se habló de que se había desbordado ligeramente el río Cazones; sin embargo, cuando se ve lo que provocó surgen fundados cuestionamientos sobre el diagnóstico que tenían de lo que podría pasar y ante las evidencias el porqué se minimizó lo que estaba ya pasando.
Cada vez estamos más expuestos al cambio climático, como pasó en Acapulco. Las cosas se precipitaron de manera inesperada, pero de alguna forma se fue previniendo lo que podía pasar. Recordemos que en la tarde previa de la larga y dolorosa noche acapulqueña se fue informando de los niveles en que estaba incrementándose dramáticamente el huracán Otis.
Las autoridades estatales y municipales se vieron rebasadas, además, en el absurdo, existía y existe nula comunicación entre ellas. A esto agreguemos que el expresidente López Obrador optó por tomar un vehículo para tratar de llegar a Acapulco, en lugar de tomar decisiones ejecutivas que beneficiaran en lo inmediato a la población. En aquel momento salió con la vieja historia de no vamos a hacer lo que se hizo en pasados sexenios.
Claudia Sheinbaum tiene una mirada diferente. El fin de semana corrió riesgos como gobernante al enfrentar a un buen número de ciudadanos quienes le exigían, con razón, que les resolvieran sus problemas. Mientras esto sucedía las autoridades locales, en algunos casos, salían materialmente corriendo, como pasó con el presidente municipal de Poza Rica.
A estas alturas ya no hay manera de minimizar nada. La clave está en la capacidad de reacción. Si bien se han tratado de sustituir las funciones del desaparecido Fonden, el problema está en cómo echar a andar la ayuda a los ciudadanos en medio de la indignación, el coraje y la incontrolable rapiña.
Con el Fonden pasó lo mismo que con otros organismos que desapareció López Obrador. Se habló de corrupción, de que el dinero se manejaba discrecionalmente, pero a la hora de mandar a cuentas a quien presuntamente lo había hecho no pasó nada. La importancia del Fonden estaba en que de inmediato se podía tomar dinero para momentos como el actual.
Nos la hemos pasado en la desaparición de todo tipo de organismos para que al final todo se convierta más en actos que buscan desarticular el pasado que para resolver el presente.
Lo que es claro es que los gobiernos locales quedan en circunstancias como éstas materialmente con una mano adelante y otra atrás. Por más que se movilicen y busquen resolver los problemas derivados de los fenómenos naturales, no tienen manera de actuar, porque no tienen capacidad de maniobra ni dinero y más bajo el síndrome del centralismo en el que estamos.
Es cierto que algunos fenómenos naturales nos han rebasado. Pero también es cierto que se está perdiendo la capacidad de maniobra que en otro tiempo se tuvo para enfrentarlos, sin pasar por alto que en muchos casos existe una agudización de variables como el cambio climático.
La Presidenta aguantó a pie firme críticas e impugnaciones. Es importante saber de dónde vienen, porque es probable que tengan que ver, independientemente de los fenómenos naturales, con dinámicas internas propias de gobernabilidades locales.
Minimizar las cosas lleva a malos diagnósticos. El río, como se vio, no se desbordó ligeramente.
RESQUICIOS.
En la apertura del Foro Mundial de la Alimentación, el presidente de Brasil propuso la aplicación de un 2% sobre las fortunas de los multimillonarios para erradicar el hambre en el mundo; no es una idea descabellada.