Quebradero

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Huachicol fiscal. Tardanza y peligro

Por Javier Solórzano Zinser

Ante la corrupción a la Presidenta podría aparecérsele aquello de que en la tardanza está el peligro.

Diversos hechos están obligando a que se tenga que actuar con rapidez, porque más allá de la fortaleza presidencial, la corrupción se ha ido convirtiendo en algunos casos en imagen de gobierno y partido enquistándose entre los ciudadanos.

No necesariamente es sinónimo de una respuesta integral y orgánica que se diga que, en el caso del huachicol fiscal, por ejemplo, se ha actuado de manera firme e inmediata. El Gobierno se ve obligado a reaccionar ante la gran cantidad de evidencias que van apareciendo.

Es cierto que, desde el poder, se tomó una decisión, pero también es importante recordar que las denuncias venían de tiempo atrás, una de ellas en pleno debate presidencial por parte de Xóchitl Gálvez en 2024.

En aquella ocasión tuvimos la oportunidad de participar. Recordemos que los datos que en su momento se dieron a conocer son los que tiempo después se vinieron a confirmar. La respuesta de la entonces candidata de la mayoría, si bien tuvo su dosis de efectismo, en sentido estricto no respondió a lo que se estaba presentando, sino más bien apeló a una salida que le resultó al momento efectiva, pero que en el fondo no fue una respuesta clara, como se ha visto al paso del tiempo.

Es importante que se haya abierto el espacio a la investigación de un oprobioso asunto como el del huachicol fiscal. Sin embargo, buena parte de los elementos que lo componen siguen estando en el aire y además siguen sin resolverse. Es importante la detención de Hernán Bermúdez Requena, pero por más vueltas que se le dé, este asunto todavía está muy lejos de resolverse.

Están a la vista la gran cantidad de intereses que componen el rompecabezas. No es fácil desenredar el gran lío que hay detrás porque estamos ante quizá el mayor problema desde la perspectiva política que ha tenido la Presidenta.

Una cosa es lanzarle diatribas y sapos a la oposición, y otra muy distinta tener que enfrentar a fuerzas políticas con las que, a querer o no, se convive. La Presidenta, presumimos, está tratando de dejar que pase el tiempo para que se vayan sumando el mayor número de elementos que pudiera darle fuerza a cualquier decisión que eventualmente tome.

No es sólo eso. Están de por medio las relaciones políticas de personajes involucrados con el expresidente, independientemente de cualquier especulación que se haga sobre el caso. El lío es muy delicado y requiere estrategias que rompan lo menos posible los equilibrios, porque si se toman las medidas que se presume se deben tomar, sin duda alguna vendrán las secuelas, rompimientos y quizá también divisiones.

La Presidenta tendrá que actuar tarde que temprano. El problema de no hacerlo podría afectar a que en un partido en donde ya no existe un fiel de la balanza tan abrumador como López Obrador, se considere un signo de debilidad no hacerlo, lo cual no se lo puede permitir.

Como hemos venido insistiendo, no somos de la idea de que la Presidenta vaya a romper con su antecesor; en algún sentido lo dejó claro el domingo: gobernamos de diferente manera, dijo.

Sin embargo, el problema es que va a hacer con personajes que están siendo señalados y con los cuales tiene que ver poco o nada, de no ser tener la misma credencial del mismo partido.

En la medida en que los temas de corrupción se enquisten, la capacidad de maniobra se diluye porque, directa o indirectamente, va pareciendo como si uno fuera cómplice y no creemos que la Presidenta sea. Todo indica que, en este caso, el tiempo no necesariamente es un aliado.

Ciertamente en asuntos como el del huachicol fiscal, en la tardanza puede estar el peligro.

RESQUICIOS.

Está echada a andar la verborrea sobre las negociaciones del T-MEC. No hay manera de frenarla. Va a ser muy importante atemperar ánimos y, sobre todo, mostrar firmeza-paciencia, paciencia-firmeza; Trump va por todas las canicas.