El Zócalo capitalino fue escenario de una concentración multitudinaria con motivo del primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. Más de 400 mil personas, según cifras oficiales, abarrotaron la plaza pública en un evento que, aunque presentado como una expresión espontánea de respaldo popular, exhibió signos evidentes de movilización institucional y acarreo masivo.
Desde el templete, Sheinbaum reafirmó su compromiso con los principios de la “cuarta transformación”.
“En este México nuevo, la honestidad no es la excepción, es la regla. Y quien traiciona al pueblo, quien robe al pueblo, enfrenta la justicia”, advirtió, subrayando que el poder no es para enriquecerse, sino para servir con humildad.
Sin embargo, el despliegue logístico contradice el espíritu del mensaje. Según reportes de medios de comunicación, cientos de autobuses provenientes del Valle de México y otros estados saturaron las calles del Centro Histórico. Las unidades estaban marcadas con nombres de programas sociales y dependencias gubernamentales. Se observaron asistentes con uniformes de gobiernos estatales, sindicatos como el SNTE y la CATEM, y funcionarios públicos.
Mientras Sheinbaum hablaba de justicia, humildad y dignidad, el régimen que encabeza recurría a prácticas que históricamente han sido símbolo de simulación política, un esquema de control, subordinación y espectáculo.