Quebradero

Share

El futuro que pasa por Morena

 

Por Javier Solórzano Zinser

En la construcción del nuevo régimen, lo cual no es un hecho, muchas cosas se han venido haciendo de manera brutalmente unilateral, lo cual, en algunos casos, no presagia un destino favorable a la sociedad, por más que ahora sea el gran triunfo de quienes detentan el poder.

Lo más delicado es que hay signos claros de que dentro de la legitimidad se han llevado a cabo actos que se vuelven unilaterales que carecen de los consensos necesarios para cualquier gobernabilidad fundada en democracia.

Las críticas no proceden sólo del exterior. Están pasando muchas cosas que están terminando por generar desilusiones entre personajes que encontraron como la gran opción para la democracia mexicana de su historia reciente, el triunfo de la autollamada 4T.

Es necesario que la mayoría revise lo que para algunos de sus militantes está sucediendo al interior. No se puede menospreciar o soslayar la voz de muchas personas que, sin pertenecer a Morena, son abiertamente simpatizantes del proyecto.

Son quienes desde el ámbito de la opinión pública; universidades; trabajo intelectual y empatía e identidad con lo que consideran “la izquierda”, van encontrando signos de cerrazón a la participación y apertura. Pareciera que en muchos casos sólo por pensar distinto o ser crítico se les hace a un lado, los señalan y además se les desacredita sólo por pensar distinto dentro de un movimiento que, delicadamente, están convirtiendo en un ente político obsesivamente homogéneo.

El llamado “nuevo régimen” no puede constituirse bajo ideas que sigan tendiendo como una de sus bases, por momentos única, la mirada crítica del pasado. Lo llamado “nuevo” se debiera desarrollar a través de derroteros propios y no bajo la explicación del presente en función del pasado; lo paradójico es que por momentos se repiten muchos moldes del pasado, porque en ocasiones no necesariamente son diferentes.

Cerrar los espacios a la crítica en lo interno y seguir colocando todos nuestros males presentes por responsabilidad del pasado neoliberal, está dejando de responder lo que ya pasa por las ventanillas de quienes desde hace siete años gobiernan el país, y en el caso de la CDMX desde 1997.

Hemos podido conversar con militantes y simpatizantes de Morena quienes nos han pedido guardarnos sus nombres, que nos dicen que van viendo con enorme preocupación cómo se cierran espacios y cómo se va creando una narrativa en contra de quienes ejercen la crítica y cómo por ello se les califica como enemigos, en tiempos que, se dice, “hay que cerrar filas”.

El concepto es una constante desde la creación del movimiento, “estás conmigo o estás contra mí”. Las cosas hoy adquieren otra dimensión. El Gobierno y Morena tienen una capacidad de maniobra que les permite moverse a modo.

Su problema no está siendo la crítica, sino cómo los grupos al interior están peleándose el poder y cómo la herencia del pasado sexenio influye de manera directa en la lucha precisamente por el poder.

Abrir la puerta en todos los sentidos es lo que le dará una fortaleza, porque el movimiento, con el poco tiempo que lleva fundado, aparece por momentos cerrado, intransigente, ortodoxo y con añoranzas de una izquierda que en los tiempos de hoy ya no cabe.

La Presidenta es un personaje político abierto. Ha radicalizado algunas de sus luchas, pero ahora desde el poder por momentos muestra representar lo que serían formas de gobierno incluyente.

Poco tiempo falta para darnos cuenta de que los problemas políticos están y sólo se podrá resolver con lo que decida Morena.

RESQUCIOS.

Sitio Abierto, transmitido en Radio Congreso y el Canal del Congreso, cumplió ayer tres años. Tenemos la fortuna de conducirlo con un extraordinario equipo de trabajo. Ha logrado conjuntar una fórmula idónea en donde todo es importante, pero lo más destacado es la agradecible voluntad de las y los legisladores para participar, respetarse y, sobre todo, comportarse como decididos demócratas