Quebradero

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Sobre la libertad de expresión

Por Javier Solórzano Zinser

Es cierto que en ocasiones los medios y las redes se han convertido en severos críticos de los gobiernos sin tener bases para ello. Es una etapa compleja porque el poder político está utilizando todo lo que está a su alcance para atacar a quienes se han vuelto críticos de los gobiernos, sin importar lo que hay de fondo.

El poder político ha ido encontrando fórmulas para atacar a las y los periodistas bajo mecanismos en donde se conjuntan elementos que no necesariamente responden a aspectos legales, sino más bien al uso y ejercicio del poder.

Hemos tenido casos en Puebla, Campeche, Tamaulipas, en el Senado y el famoso dato protegido, que muestran que se está intentando cambiar los términos en que hemos vivido la libertad de expresión, y en el camino también buscando salidas colaterales que en sentido estricto no pasan por las leyes, más bien se inventan.

En el pasado sexenio las cosas empezaron a cambiar. El expresidente tenía todo el derecho a responder a la crítica que de manera regular se le hacía porque la industria de los medios en un primer momento no estaba de su lado. Al paso del tiempo, las cosas dieron un giro, porque el expresidente pasó a la plena ofensiva y de manera sistemática se atacó a los periodistas en muchas ocasiones sin permitir que éstos respondieran como debiera ser en terrenos de derechos y obligaciones.

No había manera de defenderse en las mañaneras, las cuales se fueron convirtiendo en extensiones de una narrativa presidencial en que no se permitía la posibilidad de la réplica.

Las mañaneras cumplieron con el objetivo que quería el expresidente. Se trataba de tener un espacio para poder responder a una prensa que, si bien en muchas ocasiones se dedicaba a atacar sistemáticamente al presidente, también en muchos otros momentos era parte del análisis y la crítica al Gobierno, lo cual, en la mayoría de los casos pasaba de largo o era desacreditado.

En la presente administración las cosas no han cambiado mucho que digamos. El Gobierno, al igual que el pasado, ha ido logrando tener el control de las mañaneras a través de periodistas en algunos casos a modo, pero también empáticos a la causa de la 4T.

Llevamos varios años bajo situaciones totalmente inéditas. El periodismo está bajo una transición en donde no queda claro cómo quedarán las reglas al paso del tiempo. Lo que sí es evidente es que los gobiernos han pasado a la ofensiva porque han encontrado como un adversario, en lo general, al periodismo.

En muchos casos los periodistas se han ido convirtiendo en la verdadera oposición para el Gobierno. La oposición partidista sigue diluida y en medio del marasmo desde 2018. Quien levanta la voz es el periodismo, que al tiempo de que se hace valer, también presenta denuncias a las cuales el Gobierno no ha tenido de otra que responder.

La relación entre el poder político, medios y redes, no se ve que vaya a cambiar en los próximos años. Al Gobierno no le gusta la crítica respondiendo con señalamientos que más que a lo que se dice, la defensa es la contraofensiva.

En muchos países con matices se están presentando escenarios similares. En EU, Trump ha arremetido severamente contra los medios y en muchos casos ha logrado que se despida conductores. El afamado programa de Jimmy Kimmel fue inesperadamente suspendido. Sin embargo, ayer se informó que desde hoy está de “regreso”. Fue mucha la presión para que regresara.

No van a cambiar mucho las cosas en nuestro país. Vamos a seguir en un toma y daca. Lo importante será que los periodistas fundamentemos nuestra información, porque del otro lado no se ve que en esta materia pueda haber entendimientos profesionales.

RESQUICIOS.

Es importante que ya esté detenido Hernán Bermúdez, como dice la Presidenta. Sin embargo, lo importante es lo que viene ahora, porque el personaje no actuó aisladamente y porque su entorno fue el que permitió la creación de eso que llaman “Barredora”.