Controlar la narrativa

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Por Carlos Tercero

El devenir cotidiano muestra con frecuencia, en el debate público y en la comunicación diaria, la aparición de frases, conceptos, palabras y modismos que, con mayor o menor fuerza, son adoptados por el colectivo social de una región, un país, un continente o, incluso, de manera global. Es el caso de “la narrativa” y del “controlar la narrativa”, expresiones que, en los últimos años, han pasado a formar parte esencial del lenguaje de la comunicación política y social, así como del repertorio de actores políticos y de gobierno.

Al respecto, la teoría argumentativa de Walter Fisher sostiene, desde 1987, que las historias son más poderosas que los argumentos. Afirma que toda comunicación significativa se produce mediante la narración de acontecimientos y que los seres humanos participan tanto como narradores como observadores de esas narrativas. Así, cuando escuchamos hoy la intención de “controlar la narrativa”, es evidente que esta expresión lleva implícita una estrategia de manejo de imagen, de relaciones públicas y de posicionamiento de un punto de vista favorable al emisor. De igual manera, el propósito de “recuperar el control de la narrativa” conlleva el manejo de crisis, el control de daños y, sobre todo, la búsqueda de credibilidad ante la audiencia objetivo y la opinión pública. En esencia, controlar la narrativa significa moldear la percepción sobre un tema o suceso, principalmente a través de la comunicación.

Para el destacado periodista y escritor uruguayo, Eduardo Galeano, “son las historias que uno cuenta, escucha, recrea y multiplica las que permiten convertir el pasado en presente, al hacerlo cercano y posible, como si ocurriera de nuevo en el momento en que se narra”. Esta idea de que el mundo está hecho de historias, no de átomos, es fundamental en su obra, donde la narración tiene el poder de «hacer que el tiempo que fue siga latiendo, vivo, dentro del tiempo que es». En esa misma lógica, una narrativa bien construida puede detonar la percepción de que lo imposible es posible, hacer conocido lo desconocido e, incluso, presentar como cierto lo que no lo es.

De ahí la importancia de controlar la narrativa, pues implica controlar la balanza del debate público. Evidentemente, no se trata de un fenómeno exclusivo de la arena política y de gobierno, pues a nivel empresarial, comercial y mercadológico, este control narrativo debe ser parte del día a día en sus campañas de comunicación, difusión y relaciones públicas; sin embargo, en el momento convulso que vive el país, –que parece arreciar en el mes patrio y con mayor crudeza en la Ciudad de México–, controlar la narrativa ya no es un tema de estrategia sino de prioridad.

La agenda pública ha acumulado demasiados frentes abiertos y el esquema de control narrativo establecido con las mañaneras, que en otro tiempo funcionó magistralmente, parece no solo agotado, sino agotador, dificultando posicionar el gran esfuerzo que se realiza por sacar al país adelante, lo cual se complica aún más por el desgaste que está transfiriendo al debate público el encuentro diario con los medios de comunicación y al mismo tiempo complicando reflejar a la opinión pública los avances y logros de gobierno, al confrontarse con una realidad dominada por temas más heredados que originados en la presente administración que, a pesar de ello, mantiene niveles históricos de aprobación, con lo cual es posible aún retomar el control de la narrativa.

En la comunicación, como en muchos procesos jurídicos y administrativos, lo recomendable es agotar escalonadamente las instancias, y en este caso, sería recomendable que la Presidencia de la República, fuera la última instancia para responder, informar, aclarar y explicar los temas de la agenda nacional, considerando que existen todo un gabinete legal y ampliados, así como decenas, centenas de titulares de dependencias, oficinas y organismos en la administración pública como instancias primarias e intermedias para afrontar y controlar la narrativa, exponiendo al mínimo el desgaste de la Titular del Ejecutivo Federal.

Alcanzar el México al que aspiramos exige dominar el control narrativo, incluso más allá de nuestras fronteras, para posicionar con claridad lo que somos y lo que representamos como país.

 

3ro.interesado@gmail.com