Por Jaime Fisher
La Universidad Veracruzana cumple 81 años, y lo que debería ser un festejo termina como un parte médico: fiebre, erupciones, signos de infección. Es un diagnóstico cuyo foco está identificado en la corrompida junta de gobierno y el espurio Martín Aguilar. Su “prórroga” es el atajo que destruyó la legitimidad. Si el relevo efectivo se posterga lo que se prorroga es la ineptitud, la corrupción, la componenda de callejón oscuro, el nepotismo. La necrosis universitaria, pues.
Si para sostener a un rector hay que blindarlo con comunicados anónimos, guaruras y argucias legaloides, el mensaje es catastrófico: ganemos tiempo ya que perdimos legitimidad.
21 ex miembros de la Junta de Gobierno acaban de hacer un llamado a los actuales miembros corruptos de la ex junta de gobierno para que “rectifiquen sus decisiones recientes”. No hay peor lucha que la que no se hace, y por ello hay que reconocer y agradecer a los firmantes del exhorto. Pero un hampón no corrige ni “rectifica sus decisiones recientes” o añejas por una simple recomendación, ni siquiera cuando viene de esos 21 notables. Por lo demás, la demanda de la comunidad universitaria no es por una simple “vuelta a la legalidad”, no por una simple “rectificación”, sino por un retorno a la legitimidad. Eso implica la destitución de la junta de gobierno entera, misma que ya no puede ser objeto de exhorto ni interlocutora de nadie, excepto del jefe de su banda.
Lo que procede es una reunión extraordinaria del Consejo Universitario General para 1) formalizar la destitución del delincuente que usurpa la rectoría, 2) nombrar una nueva junta de gobierno, y 3) nombrar un rector interino mientras la nueva Junta de Gobierno publica la convocatoria y sigue el proceso legal establecido para designar un nuevo rector.
Esta salida es menos dramática de lo que parece, aunque más exigente de lo que conviene, dadas las circunstancias y tiempos que corren. La comunidad universitaria debe reconocer y agradecer el gesto de los 21 firmantes del pronunciamiento (eso que ahora algunos le dicen statement), pero debemos también tener claro que no hay diferencia entre los miembros de la ex junta de gobierno, el exrector, y una banda de forajidos; y que el retorno a la legalidad y la legitimidad cruza axialmente por eliminar a toda esa pandilla del paisaje universitario. Nadie de ellos es ni puede ser ya nuestro interlocutor, ni, por tanto, objeto de exhorto alguno. A los delincuentes no se les persuade para corregir su conducta, no; a los delincuentes se les enjuicia y se les castiga conforme a La Ley.
La máxima autoridad de la Universidad Veracruzana -el Consejo Universitario General- tiene la palabra.