Libertad más allá del grito

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Llega septiembre y con este mes la efervescencia patriótica que invita a enarbolar la bandera y a recordar un grito que en teoría nos hizo libres, pero ¿realmente ejercemos nuestra libertad en esta nación o solo nos han vendido un espejismo político más allá de una realidad tangible?

Los políticos miran a la libertad con desconfianza, los liberales la tienen como un bien irrenunciable, los movimientos contestatarios la usan de estandarte, aunque pocos la identifican como la facultad natural que tenemos para obrar de una manera, de otra o de no obrar haciéndonos responsable de nuestros actos.

Es evidente que la libertad, en sus múltiples formas, nos seduce; la libertad de pensamiento nos permite vagar por mundos de ideas sin censura interna o externa, la de expresión da voz para compartir lo que creemos., la libertad de tránsito nos posibilita para movernos por el mundo sin cadenas, La cuestión es pensar si esas libertades que hemos aprendido a mirar como derechos inalienables lo son en realidad o solo se trata de una construcción social.

Platón, Kant, Spinoza debatieron sobre el libre albedrío, intentando desentrañar si somos dueños de nuestras decisiones o meros títeres de un destino preestablecido. La filosofía da herramientas para reflexionar y la ciencia nos ofrece pistas concretas para reconocer que existe una base más profunda situada en la compleja maraña de nuestras neuronas, por lo tanto, nuestra capacidad para elegir y actuar de forma autónoma puede ser ejercitada y fortalecida con la práctica y la conciencia.

En definitiva, la independencia de México conseguida en 1810 constituye un hito histórico-político fundamental, pues nos dio la soberanía y la oportunidad de construir la nación en la que hoy habitamos, sin embargo, el verdadero desafío, el que nos persigue actualmente, es la independencia interior, la libertad que se ejerce en cada decisión, en el pensamiento crítico, en cada acto de rebeldía constructiva. No podemos ser libres si dependemos de lo que otros digan, si nos dejamos llevar por la manipulación mediática o si nos sometemos a la tiranía del miedo.