Lo que contaron y no contaron
Por Javier Solórzano Zinser
La Presidenta tuvo su primer cara a cara con el Gobierno de Donald Trump a través del secretario de Estado, Marco Rubio.
Llegará el día en que Claudia Sheinbaum y Donald Trump estén sentados a la mesa, esperando que la reunión sea civilizada, equilibrada y propositiva. La Presidenta ha sabido lidiar con un hombre que tiende a presionar sin ser necesariamente respetuoso de sus interlocutores.
No hay que creer mucho en los elogios de Trump. Así como dice una cosa, puede decir otra en minutos. Presionar e intimidar son mecanismos cotidianos de sus estrategias empresariales y políticas.
Claudia Sheinbaum ha logrado avanzar ante Trump. Sin embargo, por más que el mandatario la llene de elogios de la misma manera arremete con adjetivos punzantes. Como fuere, Trump ha encontrado en ella la posibilidad de instrumentar sus políticas en nuestro país llevando las cosas a terrenos de rudas negociaciones, pero al fin y al cabo negociaciones.
El presidente la reconoce, aunque de inmediato, insistimos, suelte adjetivos. Una prueba más de ello fue lo que dijo, recientemente, al asegurar que la Presidenta le tiene “miedo” a los cárteles de la droga dicho esto después de llenarla de reconocimientos.
Una cosa es la interpretación comedida que hace Trump de lo que significa enfrentar al narcotráfico y otra muy distinta es tener que lidiar con un problema que nos agobia desde hace tiempo, el cual es de responsabilidades compartidas.
Si bien la Presidenta ha heredado el problema, el cual viene de décadas, también le ha tocado vivirlo como Jefa de Gobierno, como candidata y en estos 11 meses que lleva en la Presidencia. No hay manera de que le sea ajeno en cuanto al conocimiento ya que muchas cosas están en su entorno.
La visita de Marco Rubio es importante por los acuerdos a los que se puede llegar y, sobre todo, por lo que se pueden decir la Presidenta y el funcionario cara a cara.
Lo más relevante es probable que no lo sepamos. Los acuerdos que leyó el canciller mexicano y su par estadounidense tienen que ver con buenas intenciones y con lo que bien podríamos definir como una suerte del deber ser. Sin embargo, lo que no vamos a saber es si se tocaron los temas escabrosos que han hecho que la relación camine bajo una enorme tensión, no sólo por lo que dicen funcionarios estadounidenses, sino por el estado real de las cosas.
No se ha dejado de hablar de una lista de personas de todos los ámbitos de nuestro país que, a decir de autoridades de EU, estarían relacionadas con la delincuencia organizada. Hasta ahora todo es especulación, por más que más de alguno asegure que existen; lo cierto es que nadie lo niega.
Con lista o sin ella es claro que el narcotráfico está metido en todos los ámbitos del país, lo que incluye a la política y la clase gobernante. Con lista o sin ella hay claros indicios de una relación múltiple entre el narcotráfico y la clase política de estos años y los anteriores.
El encuentro de ayer no garantiza que vaya a cambiar la actitud de Trump respecto a la seguridad y el narcotráfico. Puede ser una especie de alto en el camino poniendo buena cara, pero estamos ante un problema que nos rebasa y que es en muchas de sus áreas incontrolable que requiere de cirugía mayor para al menos atemperarlo.
Trump plantea muchas medidas, pero hasta ahora sigue teniendo en su propio país un movimiento de la droga que no ha podido controlar. En ambos países se tienen que tomar medidas profundas, de riesgo y trascendencia, las cuales por más que se plantee en la narrativa no queda claro si están dispuestos a hacerlo y si pueden llevarlas a cabo.
Es de relevancia el encuentro. Pero es más relevante aquello que conversaron y que por ahora no sabemos y quizá ni sabremos.
RESQUICIOS.
La designación de la panista Kenia López Rabadán como presidenta de la Cámara de Diputados es el cumplimiento de un acuerdo parlamentario. No tiene mucho sentido pavonearse como demócratas por ello.