Quebradero

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Poder Judicial. No hay milagros

Por Javier Solórzano Zinser

Con el nuevo Poder Judicial los ciudadanos tendremos que ser pacientes y reconocer que sólo al paso del tiempo sabremos su real funcionamiento.

No habrá milagros. El desarrollo inicial estará marcado por la incertidumbre y por el grave problema que va a significar la curva de aprendizaje. Si el 50% de los elegidos tiene una formación parcial respecto a la instrumentación de la justicia y el derecho, es obvio que tendrá que pasar tiempo para que aprendan y entiendan.

Con la pasada Corte ya tuvimos experiencias. Una de las ministras elegida por López Obrador fue señalada en ocasiones por su imprecisión y la contradicción de sus planteamientos; dejó, por cierto, una gran cantidad de pendientes.

El problema que ya enfrenta el llamado nuevo Poder Judicial, particularmente la Corte, es la enorme expectativa que se ha creado en su entorno. Se ha creado la idea de que muchos asuntos se van a resolver de manera inmediata, insistimos milagros a estas alturas ya no hay.

No está a discusión que se tenía que cambiar al Poder Judicial. Lo que se cuestiona es si el mecanismo utilizado era el indicado, porque la forma en que se desarrolló todo el proceso tiene muchos males de origen, a lo que se suma, que fue profundamente desaseado el proceso mismo.

El TEPJF y el INE no aceptaron ningún tipo de críticas y cuestionamientos a la elección. En ambos casos se pasaron a segundo plano las evidencias de manera conveniente, como fue en el tema de los acordeones. En lo particular, el tribunal desechó sin el razonamiento legal las pruebas que uno de los magistrados había presentado.

La incertidumbre que provoca el nuevo Poder Judicial se debe, fundamentalmente. a que en esta etapa inicial aparecen muchos hoyos negros. No se sabe cómo van a resolver algunos temas en el día a día. Los problemas ciudadanos no se van a pausar esperando a que entre en acción el nuevo Poder Judicial, son asuntos que tienen que ver con su cotidianidad por lo que acuden a la justicia para que les respondan.

El proceso de organización está rebasando al aparato judicial. Hay jueces que ganaron la elección en sus estados y que a estas alturas no saben en qué distrito les toca trabajar, lo que puede estar provocando que no lleguen los que ganaron y se hayan ido quienes van a ser sustituidos.

Uno de los problemas que ya está empezando a ser un factor es que, al no tener todavía las leyes secundarias, muchas cosas están pasando por un proceso dual que puede pasar por la contradicción. Un ejemplo es que la nueva ley dice que el o la presidenta de la Corte será nombrado por sus pares, en tanto que en la nueva ley se dice que será quien obtenga más votos.

Lo que es un hecho es que el país no puede tener una nueva elección como la del 1 de junio. Se decidió a través del voto quiénes serían los instrumentadores de la justicia en un proceso que acabó siendo cuestionable, por más que se hayan soslayado las críticas.

Fueron a las urnas 13 millones de personas de las cuales nueve millones anularon su voto. Los acordeones fueron fundamentales para la decisión de los ciudadanos, la prueba es que en ellos estaba una lista de nueve candidatos a la Corte y los nueve salieron elegidos.

Morena está ante una disyuntiva. Ha adquirido un poder descomunal. Tiene el Legislativo, el Ejecutivo y, de alguna manera, el Judicial.

Morena tiene un control que tendrá que definir en qué términos lo quiere. Una opción es la democracia, quizás esto sea algo que esté inquietando a los morenistas, porque en democracia se gana y se pierde. La otra es encerrarse.

No vaya a ser que hayan usado a la democracia para luego olvidarse de ella y ahora presuman que son demócratas.

RESQUICIOS.

En todas las encuestas que miden la popularidad de la Presidenta y su gobierno es una constante que los ciudadanos colocamos como nuestro principal problema la seguridad. La percepción no ha cambiado. La sociedad valora a la Presidenta, pero cuestiona la gobernabilidad.