Las asignaturas pendientes
Por Javier Solórzano Zinser
Es probable que en Morena por más que quisieran desde hace tiempo acceder al poder no tenían idea de lo que enfrentarían.
Estar en el poder tiene al partido bajo situaciones que no previnieron. Los morenistas han pasado por pasajes complicados e inesperados que en muchos casos no han sabido cómo lidiar con ellos.
Al final han tenido en la narrativa la respuesta, pero no quiere decir que estén demostrando lo contrario de lo que se les señala. En el ejercicio del poder en Morena han estado plagados de contradicciones.
En diferentes momentos no han sido diferentes de otros gobiernos. Si bien su programa de Gobierno marca diferencias con el pasado a la hora de que se instrumentan, aparecen factores en los cuales se les ve ambiciosos, soberbios, impositivos y poco dialogadores.
La forma en que consiguieron el voto de Miguel Ángel Yunes para aprobar la reforma al Poder Judicial es una prueba de prácticas viejas que pareciera que en política gobierne quien gobierne terminan por ser inevitables. El propio presidente del Senado lo reconoció en diferentes ocasiones al señalar que sin ese voto no hubieran alcanzado la reforma al Poder Judicial. Lo hicieron a través del voto de un personaje que tenían entre la espada y la pared, y el cual, como una forma de sobrevivencia y con cierta dosis de cinismo, apoyó el proyecto.
Lo que sigue cruzando la vida del país es la corrupción. Muchos indicadores muestran que algunas cosas no han cambiado. Aquella idea de López Obrador que se había acabado la corrupción con la 4T no tiene asidero alguno.
En su propio gobierno el caso Segalmex es un escándalo mayúsculo. La forma en que lo verbalizó el presidente lo hace todavía más delicado, porque aseguró que en torno al director de la empresa, la cual se encarga de alimentar a los mexicanos, se sumaron un conjunto de priistas que engañaron a su “amigo”.
Como este asunto hay otros de alto y bajo nivel. Lo que sigue pasando en muchas oficinas de Gobierno no ha cambiado. Los ciudadanos enfrentan burocracias que en algunos casos se acaban resolviendo con singulares gestores o de plano con mordidas.
Se reconoce que buena parte de nuestro sistema burocrático está carcomido por dentro lo que ocasiona que cualquier decisión que se quiera tomar para transformarlo enfrente raíces profundas. En muchas oficinas de Gobierno, las mordidas, los gestores y la falta de atención se han convertido en una forma de vida y en una forma de atender a la ciudadanía.
La narrativa oficial a menudo choca frontalmente con la realidad ciudadana. No se puede gobernar sólo con buenas intenciones. La corrupción no ha dejado de estar entre nosotros, porque entre que no hemos tenido la capacidad de depurar nuestros sistemas administrativos y entre que es una cadena que incluye diferentes instancias de Gobierno, sin excluir al sector privado, los ciudadanos terminan en una gran cantidad de casos resolviendo como pueden sus problemas con métodos que van contra su propia voluntad.
Morena está enfrentando en la cotidianidad la terca realidad respecto a algunos asuntos que están enquistados en la sociedad y que en algunos casos empieza a ser partícipe de ellos. Culpar por principio al pasado ya no tiene el mismo efecto, porque ya son corresponsables de lo que sucede.
El Gobierno estará bajo una tesitura profundamente delicada a partir del lunes en que cambiará buena parte del Poder Judicial, el Gobierno ha apostado buena parte de su capital en ello.
Paso a paso Morena avanza, pero también paso a paso le están empezando a cobrar el ejercicio del poder y las contradicciones que han tenido en este verano gastalón en un mosaico de todo ello.
RESQUICIOS.
Nadie se asusta por lo sucedido en el Senado. Estamos ante la decadencia de un partido que hoy más que nunca se ve impotente, y una gestión en la presidencia del Senado que fue estridente, agresiva, provocadora y, además, autoritaria; se juntó el hambre con las ganas de comer.