INE-TEPJF. Negros nubarrones
Por Javier Solórzano Zinser
Nadie pone en duda la importancia que tienen las reformas al INE y al TEPJF.
Por principio, cada proceso electoral deja enseñanzas que obligan a reformar leyes y adecuar todo aquello que no había sido contemplado y que ponen en evidencia las elecciones; es una especie de proceso de ensayo y error.
Ahora que se la pasan despotricando en contra del sistema político mexicano, vale la pena recordar que no se hizo en función de unos cuantos. Sus reformas pasaron por un consenso colectivo en que la fuerza y opinión de la oposición terminó por ser fundamental.
Buena parte de lo que somos tiene que ver con lo que la izquierda, hoy materializada en Morena, propuso y luchó porque se aprobaran las reformas.
Todo indica que vamos a estar ante una mirada unilateral de las cosas. No hay el menor resquicio para que las voces diferentes puedan ser contempladas. Más bien los avisos y amenazas no paran. Pablo Gómez ha dicho que va a aplicarse la aritmética electoral, en una suerte de somos mayoría y vamos a hacer las cosas como nosotros creemos y, sobre todo, queremos.
Por ahora sólo tenemos esbozos de lo que viene. Sin embargo, ya se apuntan algunas variables que tienen que ver con los dineros a los partidos políticos; la eventual reducción de legisladores; las propuestas de elección de los consejeros y, en general, todo un conjunto de medidas que, si bien algunas de ellas pueden ser muy importantes para el proceso electoral, también pueden llevarnos a una unilateralidad política en que prevalezca la visión de una mayoría bajo un supuesto de que han llegado al poder y lo van a conservar por siempre; ni se gana ni se pierde para siempre. Están imaginándose en el poder como en alguna ocasión José Ángel Gurría advirtió a principios de los 90 cuando dijo que la clase política que en ese tiempo gobernaba lo haría hasta al menos 2018. Habrá que reconocer que algo tenía de razón porque con la interrupción de 12 años, panistas, no muy lejanos del priismo, todo término bajo su perspectiva con la llegada de López Obrador en el 2018.
El TEPJF ha venido haciendo las tareas de la mayoría. Los argumentos con los que defendieron los acordeones no hacen otra cosa que buscar justificarlos, más que entrar en un proceso de razonamiento. No se apreciaron argumentos de peso que pudieran contradecir los planteamientos del ministro Reyes Rodríguez.
La presidenta del tribunal se ha ido convirtiendo en un apéndice del gobierno. No hay ocasión en que la votación al interior del organismo no termine por tres votos a dos, los tres son de quienes hoy se mantienen empáticos a la 4T.
De igual manera se han venido dando las cosas en el INE. La validación de la elección al Poder Judicial se decidió por un voto de diferencia, el cual paradójicamente fue dado porque quien había presentado muy interesantes argumentos para cuestionar la elección.
Lo que pasó con los dineros que recibieron los hermanos de López Obrador terminó por ser un elemento más de definición de lo que hoy es el INE. No se soslaya que algunos consejeros han sido particularmente críticos y han tratado de mantener posiciones firmes, pero es evidente que desde que cambiaron algunos consejeros, quienes ocuparon su lugar acabaron rigiéndose bajo la misma perspectiva de la que hoy se está manifestando en el tribunal electoral.
Con la perspectiva que se visualiza sobre las reformas a estas dos instituciones, todo apunta que vamos a la agudización de lo que vivimos.
Se acercan negros nubarrones para nuestra democracia, los derechos humanos y la civilidad política. Habrá que recordar de nuevo que ni se gana ni se pierde para siempre, aunque a Gurría le haya dado por ser pitoniso.
RESQUICIOS.
Las y los ministros que se van son un garbanzo de a libra. Será difícil que los tomen en cuenta, porque de parte del poder político sólo hay rencores y descrédito. Sin embargo, habrá que considerarlos, ahí están para quien defienda y crea en el Estado de derecho.