Quebradero

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De lo que nos perdimos

 

Por Javier Solórzano Zinser

Panamá.- Hubiera es mal verbo al que a menudo convocamos. Como no hay manera de echar el tiempo atrás, terminamos por imaginar escenarios que tienen que ver con qué hubiera pasado si se hubiera hecho una cosa u otra.

No sabemos qué hubiera pasado si se hubiera terminado el aeropuerto de Texcoco. A estas alturas no hay manera de saberlo, pero vamos viendo las consecuencias de la decisión.

Al momento los ciudadanos seguimos pagando las indemnizaciones que nos están cobrando por todos los compromisos que se hicieron para la construcción del aeropuerto. Lo tenemos que terminar de pagar y por como van las cosas, más vale que nos vayamos preparando a aceptar y a asumir que seguiremos pagando por un largo tiempo.

El proceso por el cual se decidió cancelar la obra del aeropuerto fue confuso, pero, sobre todo, direccional. Cuando estaba construyéndose los trabajadores del aeropuerto vivían esperanzados en que se terminara el inmueble y tenían particular esperanza en que López Obrador los apoyaría hasta el final.

Cuando el entonces candidato de Morena hizo una visita a la obra para conocerla para poder tener un diagnóstico sobre ella se empezó a gestar la decisión que iba a tomar con consulta o sin ella.

Los trabajadores recibieron a López Obrador con aplausos y reconocimiento. No hubo quien no le dijera que votaría por él. El tabasqueño fue en lo general bastante frío. No habló con nadie, obligadamente se puso un casco. el cual era condición para acercarse por lo menos a una zona de la construcción. No habló con nadie, ni siquiera con los encargados de la construcción. Únicamente dijo ante las cámaras de quienes le acompañaban que estaba ante un monumento a la corrupción.

No hubo manera de hablar con él, nos dijo uno de los trabajadores de la obra, en ese momento supimos que se iba a cancelar. Meses más tarde con su inobjetable victoria en las urnas, López Obrador realizó una consulta amañada en la que de antemano se sabía que el aeropuerto en Texcoco sería cancelado.

Lo que hemos hecho desde esa fecha es pagar todas las deudas que se adquirieron, y nunca supimos el valor real que pudiera tener una obra que vista a la distancia potenciaría a México como un centro fundamental de tráfico aéreo.

Las y los ingenieros nos mostraron en varias ocasiones lo que estaban haciendo con enorme profesionalismo. La obra era supervisada en todos los sentidos, sin que pudiéramos por ello asegurar que no hubiera irregularidades.

Todo esto viene a cuento, porque si alguien fue el gran ganón de lo que pasó en México fue el aeropuerto de Panamá. América Latina está urgida de un aeropuerto que pudiera intercomunicarla para convertirse en un centro de comunicación entre nosotros, y también en un eje para la comunicación aérea con el mundo.

Panamá así lo ha entendido. Su aeropuerto está en algún sentido supliendo al de Texcoco y se ha transformado en un centro de comunicación mayor para América Latina, EU, Europa y en general para el mundo.

El aeropuerto panameño es un centro de comunicación que está permitiendo que muchos países lo tengan como eje para viajar a otras naciones. Si bien el aeropuerto ha crecido, está lejos de lo que México hubiera podido ofrecer.

No se trata de hacer de los aeropuertos centros comerciales, aunque inevitablemente lo sean, pero Panamá no sólo ofrece todo esto, está siendo una válvula de escape para la gran cantidad de vuelos que exige la región.

Hubiera es un mal verbo, pero imaginémonos qué hubiera pasado si en lugar de tomar decisiones apresuradas, impulsivas y muy lejos de cualquier diagnóstico se hubiera construido el aeropuerto de Texcoco.

No queda de otra que asumir aquello de lo que nos perdimos.

RESQUICIOS…

Es cierto que cada uno puede hacer lo que quiera. Pero hay personajes que son públicos y que por el lugar que ocupan todo lo que digan acaba trascendiendo, pudiendo meter en líos graves a su país. En México lo saben y en España andan en el sarcasmo, por decir lo menos.