En medio de la desigual relación
Por Javier Solórzano Zinser
El Gobierno mexicano sigue estirando la liga ante los reclamos y amenazas de Donald Trump.
Ayer informó que va a extraditar a otros 26 delincuentes ligados a los cárteles de la droga, los cuales se suman a los 29 que envió a EU hacia finales de febrero de este año. Recordemos que, a pesar de lo que significó para México esta decisión, el presidente de EU simplemente dijo “lo hicieron para tenerme contento”.
Estamos bajo la dinámica de la desigualdad como forma de vida en nuestra relación con EU, que se ha dedicado a imponer condiciones de toda índole como no había sucedido en mucho tiempo. Ha venido colocando a diferentes gobiernos del mundo bajo condiciones brutalmente adversas en medio de un intento por revertir las actuales condiciones económicas bajo las cuales, precariamente, se rige el mundo.
Quizá nuestro país sea de los menos afectados en medio del vendaval de Trump; sin embargo, ha sido y es uno de los más amenazados. Está de por medio la economía, pero el tema del narcotráfico es un asunto que hace singular y profundamente riesgosa la relación bilateral, a diferencia de lo que sucede con otras naciones.
Sin pasar por alto lo que pasa al interior de nuestro país en materia de narcotráfico, es evidente que el hecho de extraditar a otros 26 delincuentes es una decisión de enormes repercusiones que tiene, inevitablemente, costos internos.
Se les extradita porque se busca ofrecer a Trump una voluntad manifiesta de que el Gobierno mexicano está haciendo todos los esfuerzos posibles por atemperar al menos, la presencia del narcotráfico en el país y en la relación bilateral.
También se les extradita, porque se tiene claro que, internamente, pueden pasar muchas cosas con los 26 y muchos más, no se descarta que se puedan fugar.
La SSPC y la FGR reconocieron en algún sentido las limitaciones del Gobierno al asegurar que los extraditados “representaban un riesgo permanente a la seguridad pública” por su presunta relación con organizaciones criminales y delitos de tráfico de drogas.
Se les extradita, porque se manifiesta con ello un gesto de colaboración con una decisión compleja y de enorme riesgo, también, porque existe una fundada preocupación de que pudieran desarrollar cualquier tipo de actividad a través de las organizaciones a las cuales pertenecen, y también por lo que pudieran hacer en los penales en donde se encuentran detenidos.
La embajada de EU de alguna manera expresó reconocimiento a la decisión de la Presidenta. Sin embargo, ya se ha visto que no hay certeza de lo que al final el Gobierno de Trump pudiera decidir y expresar. Lo que para México es una decisión de alto riesgo que puede tener secuelas violentas, pudiera ser que para el presidente de EU sea una acción y un gesto menor.
Trump está buscando algo más que delincuentes extraditables. En varias ocasiones lo ha manifestado y en este sentido México ha sido pasivo y no se ha visto que el Gobierno vaya a tomar algún tipo de decisión que tenga que ver con políticos que, presumiblemente, estén relacionados con la delincuencia organizada.
La decisión de extraditar a 26 delincuentes es de enorme relevancia para México. En medio de la desigual relación habrá que ver qué vislumbra Trump de esta decisión, y qué tanto pudiera atemperar los ánimos ante el vendaval de aranceles. No hay que abrigar muchas esperanzas de que se vaya a dar un abierto reconocimiento a lo que está haciendo México.
Lo que sigue siendo el eje es el nexo entre la política y la delincuencia organizada. Da la impresión que será cuestión de tiempo para que la Presidenta tenga que tomar decisiones.
RESQUICIOS.
Ciertamente las lluvias están siendo inéditas. Sin embargo, algunas ciudades pareciera que nunca están preparadas para el ciclo que se repite todos los años. La CDMX está en medio de una crisis como hace mucho no vivía, mucho tiene que ver con lo que no se ha hecho. Ni modo de echarle la culpa al pasado porque desde 1997 están los mismos.