Consejo Nacional cómplice

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Por Martín Quitano Martínez

 

Nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos.

Napoleón Bonaparte

 

Sin recato alguno, se escucharon los gritos que demostraban diáfanamente la disciplina y el fervor que muchos tienen para con la disciplina que les significa “defender” el “proyecto” que les acerca al poder y los privilegios. Pero tal demostración no fue unánime, como en otros momentos, pues hubo muchos que con su silencio, aún más ruidoso, manifestaron su desacuerdo.

Esto es novedoso, porque el “movimiento” no se distingue por una vida democrática en su interior, sino al contrario. Es un lugar donde la crítica y las posiciones contrarias al que manda son eventos prácticamente desconocidos para los integrantes de este selecto grupo. Ahí lo que se repite de manera cotidiana es la obediencia ciega, los dobleces inmorales, las retóricas retorcidas, mentirosas y cómplices de lo peor que representan, lo que se demuestra con el coro de “no estás sólo” como consigna del encubrimiento por una parte de los asistentes al Consejo Nacional morenista.

Quedó claro que aparte de cómplices o rehenes, existen los defensores del acusado y los que no lo defienden. Los que obedecen y los que desobedecen, los que mandan para un lado y los que mandan para otro lado, a ver quién jala más la cobija. O sea que no solo hay un jefe o jefa.

Un Consejo Nacional en el que no se hace una revisión o una reflexión, un debate sobre los alcances de 7 años de gobierno, de pendientes, de evaluaciones como partido político hegemónico, de balances sobre el gobierno que los representa. Una reunión de notables que sirvió para nada, porque lo notable fue que el acusado apareció para que lo cobijaran, y lo otro notable fueron las ausencias de unos muy notables que andaban de vacaciones y prefirieron no llegar.

Todo aquello que pudiera haberse planteado para una revisión de sus discrepancias internas, de sus consideraciones y propuestas respecto de la situación nacional, quedó bajo el manto del principal momento, el del solapamiento y la complicidad con sus barones más cuestionables, referenciados ahora dentro del drama de Tabasco.

Tapaos los unos a los otros, es el mandamiento rector de una cofradía que se dice principista, se autodenominan de los más altos valores y que repiten desvergonzadamente, pero que no se sostienen con la más superficial de las revisiones. Ellos se acostumbraron ya, y ahora disfrutan a contramano, de los poderosos mantras alternativos como la opacidad, la arbitrariedad y la falsedad que les entrega la impunidad frente a sus delirantes comportamientos de intolerancia y corrupción, claras muestras de inconsistencia entre sus dichos y sus hechos.

Un Consejo Nacional morenista que sin más fondo, mostró la falta de vida orgánica, de debate interno, de proyecto que no sea el mantenimiento de sus clientelas que no militantes, consolidando sus rutas para una continuidad de quehaceres que los mantengan en el poder. Un Consejo Nacional que enseña la profundidad de sus descomposiciones como partido atrapa todo, donde la simulación y la indecencia se vuelven medallas de un accionar político y público que les une en un pegamento cada vez más maloliente, como la pudrición que ya es inocultable.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Dice Sheinbaum: “Quemar libros es de fascistas”, suena como ¡Al ladrón! ¡Al ladrón!

 

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