Por Ruby Soriano
El partido político de las hegemonías reflejó su acelerado resquebrajamiento interno.
El partido de las clases gobernantes millonarias, el partido de los que hoy sólo se mueven entre la comodidad de los aviones, los hoteles de lujo, fiestas en el extranjero y sociedades inconfesables que pretenden mantenerlos en el auge de la gobernanza, es el partido que hoy antepuso su arropo para quien enfrenta uno de los señalamientos más cruentos sobre sus ligas con la organización delictiva La Barredora.
El líder de la bancada morenista en el Senado, Adán Augusto López arribó al consejo morenista entre balbuceos y silencios para esquivar las preguntas en torno a su ex Secretario de Seguridad, Hernán Bermúdez Requena.
Como en los viejísimos tiempos del México de los 70, los morenistas de las cúpulas “corearon” el “no estás solo” para respaldar a quien, hasta hace menos de dos meses, era quien agitaba las aguas negras en el Senado para atisbar enconos, cerrar negociaciones o disponer sendos recursos para lo que se ofreciera, incluso –dicen- para precampañas en el norte del país.
Morena aceleró sus puntos de inflexión donde son innegables claras rupturas internas como resultado de sus polémicos personajes que llegaron a un partido, hoy convertido en la continuidad del viejo México que combatió este movimiento que repite mentiras como para mágicamente convertirlas en verdad.
La ausencia de Andy López, en su carácter de Secretario de Organización avivó los rumores sobre un posible proceso que podría enfrentar en las siguientes semanas, como resultado de las declaraciones que algunos personajes ligados al narcotráfico siguen haciendo desde las cortes neoyorkinas.
El Consejo Nacional Morenista ha sido una antesala de la guerra a puño limpio que ya se libra entre clanes liderados por personas que son parte de la gran camada cuya función ha sido proteger los intereses del ex presidente AMLO, de sus hijos y sus negocios personales.
Luisa María Alcalde como presidenta de Morena emitió un discurso plagado de demagogia y medias verdades. Aseguró que no se protegería a quien o quienes tengan alguna liga delincuencial y adelantó que, de ahora en adelante, se reservarán el derecho de admisión en este movimiento “del pueblo” que hay que decirlo, terminó siendo el resquicio para el viejo priismo.
La peligrosa información que corre en las cortes neoyorkinas, procedente de Ovidio Guzmán y demás capos que están «cantando» con datos y líneas de investigación, destapó la gran cloaca delincuencial cuya ruta conduce a decenas de campañas morenistas que se alzaron con el triunfo, gracias a la inyección de muchísimos recursos provenientes de organizaciones delictivas.
Aquella cartilla moral impulsada por el morenismo, hoy yace cubierta de un inmenso lodazal que conduce riesgosamente a la figura de un ex presidente.
La corrupción y el autoritarismo han salpicado a una gran parte de personajes que se han convertido en el deprimente ejemplo de los excesos de poder.
Cuauhtémoc Blanco, Félix Salgado, Layda Sansores, Rubén Rocha, Américo Villareal, Alfonso Romo, Pedro Haces, Ricardo Monreal, Alejandro Armenta, Marina del Pilar Ávila, han demostrado los excesos, exabruptos y decisiones censuradoras en aras de contener las investigaciones, las críticas y ventilar el enriquecimiento ilícito de varios de ellos.
Morena sin duda enfrenta el peor momento desde su fundación.
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