“Petrificados”
Por Javier Solórzano Zinser
El problema que tiene el Gobierno mexicano con las denuncias de Trump en materia de narcotráfico es que, para lograr pasar a un siguiente estado de las cosas, tiene que mostrar resultados profundos que vayan más allá de la voluntad de la Presidenta, el vecino exige hechos concretos.
Al presidente no pareciera que le haya importado que se haya enviado a su país a 29 delincuentes de alta peligrosidad. La decisión de la Presidenta pudo haber pasado por encima de aspectos legales.
El problema también pasa por los juicios que estaban pendientes con algunos de ellos, lo cual obligaría a que después de que cumplieran una eventual sentencia ante la justicia de EU, tendrían que ser regresados a México para que en nuestro país fueran juzgados o terminaran por cumplir sus sentencias en algunos de los casos.
El Mayo Zambada y Ovidio Guzmán, cada uno por su propio carril, también tendrían que ser regresados a México para que sean juzgados ante nuestra justicia.
La Presidenta tomó una decisión de riesgo. Presumimos que lo que estaba buscando con razón era atemperar lo que ya se veía venir: la interminable andanada de aranceles, los cuales ya se vio está difícil que sean evadidos. Entre que Trump cumple sus amenazas o las deja sembradas entre nosotros, no deja de traernos bajo preocupación y, por momentos, en vilo.
Por lo que dice en la carta en la que anuncia nuevos aranceles, a lo que hay que sumar los del lunes, es evidente que para él todo está muy lejos de resolverse o atemperarse.
Al presentar el programa contra el fentanilo arremetió de nuevo contra las debilidades mexicanas. Aseguró que las autoridades mexicanas están “petrificadas” y que muchos funcionarios no quieren ni pararse en sus oficinas por los temores que tienen por la presencia de la delincuencia organizada.
Por más contradictorio que parezca Donald Trump, reiteramos que somos de la idea de que es parte de su estrategia, no ha variado su perspectiva con el fentanilo. Bajo la máxima de que es más fácil señalar todo lo que viene del exterior, más que hacer una revisión interna, México termina por convertirse en el eje de todos los males en materia de consumo de drogas. En muy pocas ocasiones hemos sabido de detenciones significativas de grandes capos de la droga en EU. Sigue teniendo su dosis de validez aquello de que México pone los muertos y nuestros vecinos ponen a los consumidores, sin pasar por alto que éstos últimos han entrado en una severa crisis de vida.
Lo expresado por el mandatario ayer confirma lo que ha venido diciendo sistemáticamente sobre estos temas. No está diciendo nada nuevo, más bien está en la constante de cómo nos ve y la poca autocrítica que ve al interior de su país.
No encuentra Trump, por ahora, elementos para asegurar que las cosas están cambiando. Una cosa es decir que se está haciendo un gran esfuerzo por parte del Gobierno mexicano, y otra muy distinta es decir que está cambiando la tendencia en la materia.
Uno de los problemas más severos que estamos teniendo es que si bien prevalecen los grandes cárteles de la droga, han venido a aparecer pequeñas organizaciones que se dedican a delinquir, las cuales en algunos casos se asumen como simpatizantes de los grandes cárteles. Al CJNG se le ve por doquier sin quedar claro si el eje de la organización da el visto bueno para que en su nombre se amenace y se ataque.
Tenemos muchos frentes abiertos y carga con un caudal de adversidades. Esto complica aún más la posibilidad de atacar el problema, pero es claro que si no se dan pasos firmes y grandes no se va a avanzar y, para colmo, tendremos a un vecino que a diario presiona y nos recuerda en lo que andamos, el cual difícilmente se mira en su espejo.
RESQUICIOS.
Desde hace al menos dos años Tabasco ha dejado de ser el “edén”. El problema se fue incubando y estaba a la vista de quienes han gobernado el estado, entre ellos figuras de la política nacional. En el lugar común dicen “no protegeremos a nadie”… ya veremos.