Quebradero

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La extorsión y la cifra negra

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

Pocos delitos le pegan tan fuerte a la sociedad mexicana como el de la extorsión. Le rompe sus precarios equilibrios y en la gran mayoría de los casos nos dejan en el desamparo y la desconfianza.

Con la extorsión telefónica siempre hay un terreno de duda. Sin embargo, todos sabemos que no podemos tomarlo a la ligera. Hemos ido aprendiendo a leer a quienes abusan de ella y abusan de nosotros. No podemos no tomar en cuenta ningún tipo de llamada, ni exigencia de derecho de piso. De por medio está nuestra vida y de quienes nos rodean

Seguramente todas y todos hemos sido sujetos de ella. Cualquier llamada en este sentido se convierte en una pesadilla por más que tengamos elementos para enfrentarla. Cuando sucede colgamos el teléfono para inmediatamente buscar al familiar que, presuntamente, tienen secuestrado. Lo que es un hecho es que no podemos dejar al garete las cosas.

No sirve de mucho acudir a la autoridad. La extorsión es el delito que más ha crecido en el país, arriba del 26%. La cifra negra está sobre el 90% y uno de los elementos que agudiza más el problema es que la impunidad en la denuncia de este delito alcanza el 97%.

No hay manera de enfrentarlo de no ser reaccionando rápidamente. En caso de que la extorsión sea sólo un acto de intimidación y no necesariamente que lleve ulteriores consecuencias, como sería el secuestro, lo que inevitablemente padecemos es entrar en un terreno que nos desequilibra y además nos atemoriza dejando una ruda huella en nuestra vida cotidiana.

El fenómeno no es nuevo, pero sí se ha agudizado. A principios de siglo varios comerciantes del Centro Histórico se nos acercaron para denunciar una combinación de denuncias que pasaban entre el derecho de piso y la extorsión. Fueron con las autoridades en innumerables ocasiones, las cuales se comportaron indolentes sin responder a la demanda ciudadana, lo que obligó a que muchos comerciantes tuvieran que dejar sus negocios.

En la CDMX las extorsiones no han disminuido. Lo que va haciendo las cosas diferentes es la reacción ciudadana. Hemos ido aprendiendo qué hacer. En muchas ocasiones los propios extorsionadores han sido birlados. Pero las cosas no se pueden tomar a la ligera, nunca se sabe qué puede estar detrás de una extorsión, la cual es manejada en muchos casos con enorme “profesionalismo”, por decirlo de alguna manera, por parte de quienes la llevan a cabo.

Seguramente le ha pasado que escucha una voz por el teléfono y está cierto que puede ser la de un pariente. Se conjunta el temor, la incertidumbre y la enorme preocupación por los suyos. Los “profesionales” saben leer nuestra absoluta preocupación, se aprovechan de manera oprobiosa de nosotros.

En el país, el problema mayor se concentra en Michoacán, Guanajuato, Edomex, Jalisco y Guerrero. Muchos ciudadanos han tomado la opción de no contestar llamada alguna, pero cuando los extorsionadores van a nuestras casas o comercios no hay de otra que cerrar los negocios.

Una consecuencia de esto es que muchas personas han tenido que dejar sus lugares de origen, o cerrar sus comercios para irse a comunidades cercanas. Ésta es una de las razones por las cuales la migración mexicana se ha mantenido en alto nivel, a pesar de los abusos y los temores que ha provocado Donald Trump.

La extorsión igual la llevan a cabo integrantes de la delincuencia organizada, pequeñas bandas que aprovechan las coyunturas, personas que se asumen como si fueran integrantes de cárteles sin necesariamente pertenecer a ellos.

Esperemos que la autoridad al menos lo atempere. Es un delito que ha crecido 26%, pero, sobre todo, pensemos en la cifra negra, más del 90%.

RESQUICIOS. 

Es importante que representantes del Gobierno de la CDMX se hayan reunido con vecinos de la Roma y Condesa. Los vecinos no se quedaron necesariamente satisfechos. El problema del cual no se habló es el fenómeno de odio y ataque a extranjeros, el cual puede traer consecuencias insospechadas.