A las carreras
Por Javier Solórzano Zinser
El hecho de que la oposición esté virtualmente hundida es uno de los mayores problemas para el desarrollo cotidiano de la vida política y social del país.
La oposición es ya un ente político reactivo lejos de jugar un papel relevante ante la sociedad. Lo grave pasa también por el que la mayoría se mueve a sus anchas y puede tener tal capacidad de maniobra que sin preguntarse nada pueda aprobar todo tipo de reformas, de este sexenio y del anterior.
Está lejos el 2027, pero es cierto que las perspectivas de triunfo de la oposición están lejanas. Una reciente encuesta del Heraldo de México le otorga a Morena triunfos por todos lados.
No sólo en las elecciones locales, sino también en las elecciones federales para la Cámara de Diputados. La pesadilla para la oposición no para ahí. Resulta que de las 17 elecciones para gobernador, en la mayoría tiene una ventaja considerable, lo que incluye a estados que no ha gobernado.
Es muy probable que estemos dirigiéndonos a una etapa unipartidista que en un país como el nuestro lo puede llevar por terrenos de un oprobioso pasado, por más que las cosas en muchos ámbitos parezcan diferentes; Morena no es el PRI, por más que se parezcan.
La forma en que la mayoría aprobó las reformas en el periodo extraordinario dice mucho de lo que desde hace tiempo vivimos. Si bien en algunos casos se estableció un interesante diálogo, como fue el caso de la Ley de Telecomunicaciones, en otros, de plano, se utilizó la aplanadora y con eso de que algunas reformas no eran constitucionales con la mayoría simple se logró aprobarlas.
El cambio de régimen trae una prisa que ha llevado a reflexionar poco y a aprobar mucho. Lo que no se ha planteado la mayoría es que teniendo un escenario francamente favorable no se hayan dado el tiempo para revisar aspectos para darle forma a las reformas. Pareciera que se les acababa el tiempo, siendo que todo apunta a que durante varios años tendremos una clara hegemonía gobernando.
Lo primero que tiene que reconocer la oposición es que va perdiendo paulatinamente todas las batallas, y que ha creado una narrativa que por momentos puede ser válida, pero hay otra que no tiene que ver con la realidad en la que vivimos, andamos entre la realidad, y la realidad paralela.
Las muchas declaraciones de la estridente presidenta de Morena muestran cómo se crea la narrativa entre nosotros. Su verdad es la verdad. Las contradicciones respecto al Estado-espía por parte de la dirigente morenista muestran que se va creando una realidad paralela en donde la única manera en que se ve el pasado es para denostarlo, en función de quienes gobernaban, como si quienes hoy gobiernan no hubieran tenido que ver con él.
El silencio sobre el caso Vector evidencia la diferencia de interpretación ante hechos que podrían serle adversos a la mayoría. Con la información que se tiene existe una conexión de cuatro personajes que han sido fundamentales en las explicaciones sobre el desarrollo de México en los últimos años.
Por un lado, está García Luna. Le sigue en el desarrollo de la información dada a conocer sobre el caso del Cártel de Sinaloa. De ahí pasamos a Vector y cerramos con Alfonso Romo y el expresidente López Obrador. La mayoría puede enfrentar un rudo dilema, porque las acusaciones en contra de García Luna se dieron con base en dichos y es lo que lo tiene en una cárcel de alta seguridad. Más de alguno podría seguir el mismo camino, acusaciones con base en dichos.
Entre una mayoría, que se ve intocable y una oposición por momentos insulsa, lo que se viene son las secuelas, muchas de las cuales pueden ser de consecuencias graves de lo que se aprueba a las carreras.
RESQUICIOS.
No es asunto menor lo del sábado en la Roma y la Condesa. En plena manifestación por la gentrificación se suscitaron hechos de violencia y expresiones de odio que no se pueden pasar por alto, fueron entre provocadas y, en el extremo, se asumen como propias.