Por Darío Fritz
Ya lo popularizó Joan Manuel Serrat. “Que pisar mierda trae buena suerte”. La frase la legaron cocheros y percherones del siglo XVIII que dejaban sus marcas a la entrada de los teatros. “Mucha merde” se popularizó para pedir por el éxito de la pieza teatral a la que asistían los espectadores con huellas en sus calzados y que hoy se aplica también hasta la estrella de buenaventura lanzada por una paloma. “Mucha merde” nos dicen los vecinos gandallas, micción mediante de sus mascotas, en la escalera del edificio o en el centro de la vereda. “Mucha merde” te sonríen luego, con cara de inocencia criminal, y aseguran impolutos que su cachorro es un dechado de higiene. Como ellos.
Tanta “merde” la tenemos que tragar a diario, conscientes o no, apenas abrimos el celular o la tablet. Que cientos de cadáveres abandonados en un crematorio, que cuerpos decapitados o tirados a la vera de una carretera, que un legislador acusando el estado mental de una opositora, que descubrir la impunidad del huachicol, que los congresistas en sus variados bandos le abran las puertas a policías y militares para acceder a datos personales de la gente sin su consentimiento, que Donald Trump bromeé sobre los migrantes lanzados a los caimanes.
Entre tanto interés genuino por levantarnos a diario y saber con qué “merde” nos toca amanecer, en el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de la Tortura se conoció un documento que reitera noticias ya conocidas, como un informe de 2019 de Naciones Unidas, tan detallado como el de esta semana.
La tortura vive y se realimenta, tal cual la Hidra de Lerna.
“La tortura en México es una práctica generalizada que ocurre en un contexto de impunidad, y que, sustituyendo al debido proceso ha sido utilizada, entre otros fines, como método de investigación, obtención de confesiones y fabricación de culpables”, dice el Índice Global publicado por la Organización Mundial contra la Tortura (OMCT), donde analiza datos de 2023 y 2024. Precisa que hace dos años se iniciaron 4,592 investigaciones por tortura y tratos y penas crueles, en tanto solo se tuvieron ocho sentencias condenatorias. Cualquier ciudadano tiene un “alto riesgo” de padecerla en manos de alguna autoridad, asegura.
¿Dónde una persona está sujeta a vejámenes? En los ministerios públicos, principalmente, dicen las víctimas, con el fin de que se inculparan o aceptaran hechos falsos, o para imputar a alguien más. Aunque se los señala en 44% de los casos, no se ha judicializado a ninguna autoridad adscripta a los MP.
Si bien hay abundantes y buenas leyes que deberían instrumentarse, observa, no se aplican o tienen retrasos porque no hay personal capacitado, recursos y autonomía para investigar la tortura; los jueces admiten confesiones bajo esa modalidad; o porque la Fiscalía General de la República durante tres años se negó a emplear un programa preventivo hasta que la justicia, por reclamo de las ONG, la obligó.
La militarización de la seguridad ciudadana también se refleja en más violaciones a los derechos humanos -detenciones, torturas, homicidios, desapariciones-, a partir de que entró en operaciones la Guardia Nacional, dice la OMCT.
¿Cómo ha contribuido la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) a garantizar derechos? Poco. En 2023, registró 1,553 víctimas de tortura, mientras que las denuncias presentadas en las fiscalías fueron 4,592.
¿Qué hay de la CNDH? El trabajo de las organizaciones mexicanas Documenta, Cepad, Fundar y La red de peritos y expertos contra la tortura, participantes en el informe, ni siquiera la toman en cuenta. Solo registran su intervención en el caso de trece mujeres muertas por suicidio en el Cefereso 16 de Morelos. La descripción lapidaria que hace la OMCT de la Comisión, lo explica: “El desempeño es altamente deficiente y en particular durante la gestión del periodo 2019 al 2023, su autonomía e independencia se encuentran altamente comprometidos”, concluye. Quien se dé una vuelta por el documento del Centro ProDH de 2024, que evaluó su gestión, puede entender de qué se trata con precisión. El organismo respondió días después con un documento de más de siete páginas, donde se autoelogia, descalifica a los autores del trabajo, y fiel a su autonomía defiende cual militante morenista el sexenio pasado.
Hay que “Tocar madera”, dice la letra de Serrat. Aunque la incertidumbre martille cada intención de no caer en la providencia. “Ajústate los machos / Respira hondo / Traga saliva / Toma carrera / Y abre la puerta / Sal a la calle / Cruza los dedos”. No hay de qué preocuparse. Mañana puede que llegue algo peor. Mucha merde.